jueves, 13 de diciembre de 2007

Crónica del escritor que da cuerda al mundo

El aroma de las magnolias, la lluvia, las espigas de susuki balanceándose al compás del viento de octubre, los interminables domingos fracturados por memorias y recuerdos, la dulce melancolía del blues y la música de los Beatles. Éstos son los elementos que rodean la historia que Watanabe trata de recordar en las alturas del cielo europeo.

Es Nowergian Wood, canción de los Beatles, la culpable de detonar la memoria del protagonista de Tokio Blues, novela escrita por uno de los mejores narradores contemporáneos: Haruki Murakami. Con dicho título, este autor japonés se dio a conocer internacionalmente, y ahora es posible encontrar la mayoría de su obra editada por Tusquets.

Lo que vuelve entrañable la obra de Murakami no es su estilo narrativo, semejante al viaje raudo en un tobogán, sino la disección que realiza del alma humana. En su obra, el lector se ve envuelto en un torbellino de sensaciones, las acciones pesan en el espíritu no por el certero dolor que causan, sino por los detalles que las rodean.

En Tokio Blues, Watanabe guarda en la memoria la calidez de la piel de Naoko, las bellas arrugas del rostro de Reiko, la impertinencia de Midori y la tristeza insoportable de descubrir que todo eso se ha perdido.

En Al Sur de la Frontera al Oeste del Sol, lo que acerca al lector a Hajime, personaje central de la novela, es su lacerante humanidad, esa verdad que late en todos aquellos que han sentido una pasión, esa sensación de pertenecer a algo o alguien que se ha perdido en el vaivén del tiempo, engullido por una cotidianidad inevitable y desprovista de color. Y el recuerdo yace arrinconado en un lugar recóndito, conservado para no sentirse solo, vacío.

En esta narración se habla del amor, de un sentimiento perdido y recobrado que no se sabe en dónde puede dársele cabida porque arrasa y desborda. De pronto, el lector intuye que en ocasiones, al igual que Hajime, se construye una vida tranquila ajena al galope desbocado del corazón, pero de pronto vuelve el deseo acuciante que se creía olvidado, que trastorna el universo y lo pone de cabeza.

En Sputnik Mi Amor Murakami sumerge al lector en una historia seductora y llena de
enigmas lógicos, en donde los hechos de apariencia imposible son sólo piezas de la compleja alma humana. Las personas pueden desaparecer en una pequeña isla sin dejar rastro, pueden dividirse en dos y perder esa otra mitad para siempre, pueden enamorarse de seres que, cual satélites artificiales olvidados, orbitan sobre el cielo un instante para desaparecer una vez más.

Sumire es la protagonista, una joven que se afana en ser novelista y conquistar las palabras. Un día, se enamora de forma fulminante, sin lógica alguna y con la furia de un tornado a través de la llanura. Se enamora de una mujer casada 17 años mayor, se enamora de "Sputnik, mi amor".

Quien narra la historia es el mejor amigo de Sumire, que la ama desde siempre y que sabe que jamás será correspondido.

La trama que tejen estos tres seres solitarios habla del amor que siempre conduce a algún sitio. Tal vez sea un mundo especial y desconocido o un lugar lleno de peligros, donde se esconda algo que inflija una herida profunda, mortal.

Sumire lo sabe y –al igual que el lector– lo acepta: "Tal vez pierda todo lo que poseo. Pero ya no puedo volver atrás. Sólo puedo abandonarme a la corriente que discurre ante mis ojos. Aunque me consuma entre las llamas, aunque desaparezca para siempre".

martes, 4 de septiembre de 2007

Los árboles



Los árboles se están cubriendo de hojas
como si algo estuviera por decirse.
Recientes brotes se distienden y abren;
una especie de pena es su verdor.

¿Acaso ellos renacen y nosotros
envejecemos? No, también se mueren.
El acto anual de su renovación
está escrito en anillos de madera.

Sin embargo, castillos incansables,
se trillan cada pleno y denso mayo.
Murió el año, parecen ya decir;
comienza nuevamente, nuevamente.

Philip Larkin

sábado, 4 de agosto de 2007

Dos meses

Hace dos meses que regresé a Saltillo y a pesar de que el ritmo es por completo distinto al trajín urbano del Distrito Federal, me he visto imersa en los días eternos de la redacción. Entre la nota diaria, mi columna literaria y mi familia —con perro incluído— apenas me da tiempo para escribir en este blog.
Y qué es lo que puedo contar, que me reencontré con mis viejos amigos y que recordé el exceso de trabajo que trae consigo las decisiones inesperadas de un editor que decide irse a ver a Tim Burton a Guanajuato, justo a la mitad del Festival Viva Saltillo —con obras de teatro, exposiciones y conciertos diarios— y que se debe ser estoica para editar, cubrir, reseñar y entrevistar.
Pero es cierto, extrañaba las noches saltillenses frías y tranquilas, los conciertos de verano en la Plaza de Armas. Cómo me divertí con el blues de Betsy Pecanins, el jazz estridente de Iraida Noriega —y que entrevista tan simpática y entrañable logré con ella—, el desenfado de Plastilina Mosh y la maravilla de la ópera que se abre paso bajo las estrellas gracias a la voz del tenor Fernando de la Mora.
Pero sobretodo extrañaba escribir y leer hasta sentir el sopor de la madrugada, pasear con Allegra por la Alameda, el acento norteño y los comentarios ácidos de la redacción.
Es extraño como el ser humano se adapta a las circunstancias, al tiempo, a la memoria. Parece que fue en otra vida cuando caminaba por las calles empedradas de Coyoacán, cuando sentía encima el estrés de los trabajos y exámanes finales de la Ibero, cuando urdía con mis compañeros becarios los planes del siguiente fin de semana.
De vuelta a mi mundo todo parece marchar perfecto, cada pieza ocupa el lugar preciso y la memoria sucumbe ante los días plenos de sol de desierto.

lunes, 2 de julio de 2007

Cabaret y lluvia

Hace unos días tuve la oportunidad de presentar en Saltillo, junto a Miguel Gaona, el libro "Cabaret Provenza" de Luis Felipe Fabre. Fue una buena oportunidad para vencer el temor que le tengo a los micrófonos y para estar del otro lado de la mesa, para variar. A pesar de la lluvia que cayó toda la tarde, fue una agradable velada poética, para guardar en la memoria.
Transcribo el texto que leí sobre Cabaret Provenza, en verdad un libro que vale la pena visitar, editado por el Fondo de Cultura Económica.


Sobre Cabaret Provenza

Octavio Paz sostenía que la poesía transforma la vida, pero “no piensa embellecerla como piensan los estetas y los literatos, ni hacerla más justa o buena, como sueñan los moralistas. Mediante la palabra, la poesía procura hacer sagrado al mundo; con la palabra consagra la experiencia de los hombres y las relaciones entre el hombre y el mundo, entre el hombre y la mujer, entre el hombre y su propia conciencia”. Si la palabra describe al mundo, la poesía lo revoluciona.

José Agustín Goytisolo estaba de acuerdo en que la poesía no es de quien la trabaja, sino de quien la necesita. Y ahí estamos pues los lectores de poesía, buscándola para que nos ayude con ironía y belleza, con rabia y generosidad, con furia y arrebato, a seguir tratando de entender al mundo, a los demás, a nosotros mismos.

Luis Felipe Fabre brinda esta poética vivencial, que busca en el lenguaje, en la reinterpretación y creación, los signos adecuados para expresar las cavilaciones y experiencias humanas.

El autor construye sus versos con distintos materiales. La piedra que cimenta cada uno de los siete apartados de su libro, Cabaret Provenza, no es la misma, pero proviene de la misma cantera: el espíritu.

Es en el trajín diario de Jack Mendoza, —“vendedor de biblias, soltero, 57 años/ nunca aprendió a tocar el violín”— o en los textos conjuntados en el apartado “Vacas Flacas”, donde el lector ve desfilar ante sí a personajes con los que nos topamos todos los días, que rozamos en la parada del camión, escuchamos en el supermercado o hemos visto trabajando, golpeando cansinamente las puertas de una calle que luce infinita.

Empleados, amas de casa, desamparados, ardidos, perdedores, todos cargando su humanidad a cuestas. El poeta no sólo describe a estos seres ordinarios, los exhibe con ironía bajo una luz potente, que no permite que se esconda defecto alguno.

Ante el lector aparece la imagen de Jack Mendoza sentado, solo, en un taburete dentro de una sórdida cafetería perdida en medio de la carretera. Y afuera, en el cielo de este personaje entrañable, brilla el verso que estremece: “y la luna es un plato roto que una mesera arrojó/ por la ventana”.

Gracias a un lenguaje austero, que linda en ocasiones con la prosa, se crean versos que describen el pathos angustiado del hombre moderno, la demoledora certeza de su soledad en un universo torpemente entrevisto y en todo caso incomprensible.

Pesimismo corrosivo y brillante que realza el elemento cómico a expensas del más visiblemente maligno. Situación que puede observarse en poemas como “Investigación de Mercado”, “Vida Quieta“y “Nota Roja”.

De este último cito:

“Diéronle a elegir entre el dinero o la vida: aseguran
los testigos. Pero la señora
no tenía: lleváronse el monedero sólo de recuerdo:

el monedero vacío: emblema del estómago:
le robaron su pobreza: le obsequiaron
una bala: joya al incrustarse en una carne que nada
poseía”.

Pero también aparece el poeta que utiliza la palabra como juego y divertimento, como filosofía lírica. Lamento, festejo, charco de agua turbia en el que se reflejan el alma, los sueños, los deseos, las operaciones secretas del espíritu en busca de refugio.

No se puede evitar la sonrisa ante el guiño que hace el autor con textos como “Bestiario Político”, que tiene como protagonista al siempre popular chupacabras —”el pariente pobre del vampiro”, “zorro con alas de murciélago y garras de priísta”, “la alegoría más temida del ejido.

“Los Ardidos” y “Canción Ranchera” también despiertan inmediata simpatía, y ganas de acompañar la lectura de sus versos al son del corrido norteño y con una botella de tequila en mano.

De “Canción ranchera” la primera estrofa es memorable:

“Le llaman el Anticharro: el Mariachi del Apocalipsis:
tiene pacto con el Diablo; nexos con el narco
y un chayote medianito en vez de corazón:
ay, en vez de corazón”.

La multiplicidad del mundo se traduce en la multiplicidad de temas que pueden encontrarse en las páginas de Caberet Provenza. Fabre le da espacio a las Vacas Sagradas, a los juegos verbales, a las piedras del camino que conduce a Comala.

El lector encuentra en estas páginas a un alquimista verbal, apasionado por la búsqueda de la verdad circundante a la que atrapa con fiereza para diseccionarla en carne viva, sin la asepsia de la mesa quirúrgica.

Después de las revelaciones vertidas por el idioma poético de Fabre, el lector aparece en calles ajenas, extrañas, pero llenas de promesas. El poeta entrega el escalpelo, es nuestra la decisión de utilizarlo.

sábado, 23 de junio de 2007

La morada de las Fridas




El visitante traspone dos amplias puertas de madera y frente a sí encuentra un oasis en medio del tráfico y el bullicio del Distrito Federal. Atrás queda el barrio de Xochimilco y desde la entrada al museo Dolores Olmedo es posible escuchar el graznido de los patos y vislumbrar a lo lejos como los pavorreales despliegan su plumaje
mientras recorren las veredas empedradas.
El visitante prosigue su camino y observa a perros xoloizcuintles paseándose libremente a lo largo de un amplio jardín con bellos espejos de agua, así como la torre de una capilla virreinal que se erige en la ex Hacienda de La Noria, llamada así por los numerosos ojos de agua que en ella se localizan.
Al final de un largo camino –el museo ocupa una superficie de 23 mil metros cuadrados, un verdadero lujo para una ciudad de 22 millones de habitantes–, se encuentra la casa de la famosa mecenas Dolores Olmedo Patiño, que hoy está convertida en el recinto que aloja la colección más ambiciosa que se conozca de dos de los más importantes artistas mexicanos: Frida Kahlo y Diego Rivera.
De Rivera se muestran 144 obras que recorren las diferentes etapas artísticas y estilos por los que incursionó a lo largo de su vida: el cubismo que signó la obra juvenil del artista, los paisajes costumbristas de colores vivos que exhiben el verano español, los coqueteos con el surrealismo creado por André Bretón, las acuarelas del ocaso que realizó durante cada día que vivió en Acapulco, los retratos y autorretratos que exploran el rostro humano sin contemplaciones.
Dispuesta en amplias salas se encuentra la colección más importante de obra de caballete del pintor, así como litografías, bocetos y calcas de su obra muralista.

El viaje de las '26 Fridas'
Al final del recorrido, en el que la obra de Rivera comparte espacio con piezas prehispánicas y objetos del virreinato en una museografía audaz que no le concede descanso al observador, una pequeña sala umbría aloja la producción de la pintora del momento.
Las "26 Fridas" que posee el museo son el broche de oro, las piezas que han impulsado al visitante a llegar al lejano emplazamiento en que se ubica la ex hacienda. Ante las miradas ávidas de los turistas franceses y norteamericanos se presenta uno de los más famosos cuadros de la artista, que este año es celebrada por el centenario de su
natalicio, "La Columna Rota", pintado en 1944.
"Mi Nana y Yo", "Autorretrato con Changuitos" y "Unos Cuantos Piquetitos" son algunos de los títulos de esta colección de Frida Kahlo, una de las más importantes en el mundo y la más grande en México, cuyo valor asciende a más de 40 millones de dólares.
Sin duda la carta fuerte de un museo que es una joya de la arquitectura colonial del siglo 16, que cuenta con una colección de más de 600 piezas prehispánicas, tallas en madera y muebles que datan del Virreinato y un espacio para exposiciones temporales —en estos días exhibe en los jardines la obra escultórica de Carol Miller.
Además, existe una sala dedicada a la pintora rusa Angelina Belloff, quien fue la primer esposa de Rivera, en donde se exhiben 42 grabados y dibujos.
Pero hoy la sala ocho luce vacía, las "26 Fridas" se han unido a otras 300 piezas que se exhiben desde el 13 de junio en el Palacio de Bellas Artes. Su peregrinaje no terminará ahí, Monterrey las recibirá el 31
de agosto como parte del homenaje que el Fórum Universal de las Culturas 2007 le rendirá a la pintora mexicana mejor cotizada en el mercado del arte internacional.
Sin duda el Museo Dolores Olmedo, que abrió sus puertas al público el 17 de septiembre de 1994, es un sitio de peregrinaje obligado para los amantes del arte mexicano, pero será mejor visitarlo cuando termine el "año Frida" y que las 26 obras peregrinas retornen al sitio que pertenecen.


Trenzas, bigote y cejas forman un todo que animaliza y embellece, y ahí, continuando el rostro de la artista aparecen los changuitos, que la repiten y reflejan.


En julio de 1932 Frida vuelve a perder un embarazo y permanece internada en el Hospital Henry Ford, de esa época es la pintura: "Henry Ford Hospital".


El dato
El Museo Dolores Olmedo Patiño se encuentra en el Distrito Federal en Av. México 5843. La Noria, Xochimilco.
Código postal: 16030.
Tel: 555 08 91
Horario: Abierto de martes a domingo de 10 a 18 horas.

martes, 12 de junio de 2007

Como si algo estuviera por decirse


El tiempo transcurre gratuito. Se intenta una y otra vez que la vida resulte, sobrepasar el discurrir de las espigas, de la arena, de la certeza de la muerte.

No es sencillo, pero el camino debe ser andado con ojos atentos, prestos a la sorpresa. Nadie regresa al mismo sitio, Comala siempre muta en ciudades informes, que esperan ser descubiertas.

Los árboles

Los árboles se están cubriendo de hojas
como si algo estuviera por decirse.
Recientes brotes se distienden y abren;
una especie de pena es su verdor.

¿Acaso ellos renacen y nosotros
envejecemos? No, también se mueren.
El acto anual de su renovación
está escrito en anillos de madera.

Sin embargo, castillos incansables,
se trillan cada pleno y denso mayo.
Murió el año, parecen ya decir;
comienza nuevamente, nuevamente.

Philip Larkin

sábado, 2 de junio de 2007

Al final del viaje comienza el camino






El fin del viaje llegó. Se veía ya cercano cuando los amigos departían en las cantinas del Zócalo y conversaban sobre reportajes inconclusos o el periodismo amoroso de factura jacintista; cuando caminaban frente al Palacio de Bellas Artes o se tomaban unos tragos en algún barecito oscuro de la colonia Roma; cuando se abrazaban y se estrechaban las manos en el intento de asir todos los recuerdos forjados en cinco meses.

El viaje, es cierto, terminó. Pero ahí quedan las palabras compartidas; las fechorías nocturnas que provocaban esa risa fácil que sólo se da entre cómplices; los collares de cuentas multicolores que verán el sol en distintas regiones del país; el tumulto del estadio Azteca y el tráfico que dio lugar a charlas amenas, entrañables.

Los lazos que sólo pueden ser creados en viajes iniciáticos, la fiesta aderezada con peruanismos, el bullicio nocturno de la ciudad cuajada de luces y promesas. Todo esto, y un tumulto de recuerdos, han quedado atrás, lejos, en el DF, en Prende, y en todos los sitios que tuvieron la fortuna de observar cómo la humanidad se abre camino en un mundo caótico y mezquino; cómo la amistad puede surgir entre 10 personas radicalmente distintas, pero unidas por la esperanza de que un sitio mejor siempre es posible.

El viajero, cuando vuelve, regresa a otra ciudad, y no porque ésta haya cambiado, sino porque sus ojos tienen una mirada distinta. Sé que mis amigos, al igual que yo, llegaron a otra tierra que hoy ofrece nuevas calles, nuevas experiencias y un sinfín de caminos que se abren ante quien esté dispuesto a recorrerlos.


Al final del viaje está el horizonte,
al final del viaje partiremos de nuevo,
al final del viaje comienza el camino,
otro buen camino que seguir descalzos

contando la arena.


Silvio Rodríguez

viernes, 18 de mayo de 2007

Reflexiones sobre las Vanguardias Literarias


Las vanguardias cimentan su fe en el presente, pero miran hacia el futuro. Reconocen la simultaneidad del movimiento, del tiempo que avanza como bólido, como auto de carreras, como tren hacia Siberia.

La revolución industrial y social del siglo 19 fue el abrevadero para los movimientos –también revolucionarios- artísticos que multiplicaron, fragmentaron, la realidad de Europa, en primer término, y después la de América Latina.

El cambio en la concepción y creación de la obra de arte, como respuesta a los cambios sociales y a los tiempos modernos, ya se intuía en la obra de Lautrémont, Mallarmé, Apollinaire –no en vano sus caligramas fueron el modelo a seguir para quienes pugnaban por una revolución semántica.

Y como toda revolución social se construye con discursos y teorías, las vanguardias siguieron estos pasos a través de manifiestos, revistas, propaganda, discursos de cafetín. Primero llegaron los futuristas con Marinetti a la cabeza, con una radicalización que pugnaba por destruir el pasado, quemar bibliotecas y proclamar la belleza superior de un auto de carreras sobre la Victoria de Samotracia.

La pintura también serviría de vaso comunicante para la vanguardia literaria. Estarían los pintores futuristas, pero serían los cubistas (Picasso, Braque) quienes darían paso al cubismo poético, que construye el poema a través de imágenes fragmentadas. Poema-conversación que atrapa las sensaciones, impresiones de quienes participan en él; tal es el caso de Cendrars y su vertiginoso poema “Prosa del Transiberiano y de la pequeña Juana de Francia".

En 1915 irrumpió en la escena literaria el dadaísmo con Hugo Ball a la cabeza. Movimiento que surge como una respuesta lúdica a la guerra. Tristan Tzara es quien se hace cargo del movimiento al emitir el manifiestos de los dadaístas –cuya influencia se extendió a Francia, Alemania y Nueva York- que propone fundir el arte y la vida, crear un arte vivencial que destruya el sentido lógico del discurso, que juegue con la semántica, con el lenguaje, con la vista y los sentidos.

Si el dadaísmo habla sobre la muerte del arte, el surrealismo pugna por su renacimiento. El primero en utilizar el testimonio surrealista es Apollinare en su drama surrealista "Las Tetas de Tiresia", pero será André Bretón quien a través de su “abrazo poético” intente “evitar toda caída en la miseria del mundo”.

Bretón se erige en el profeta de un movimiento que retorna a lo irracional, que nace con un pie en el romanticismo y que privilegia a los sueños, al hipnotismo, a las sesiones espiritistas, a la escritura automática, como fuentes fecundas para la creación artística no sólo la literaria, también pictórica y cinematográfica. Bretón intenta reunificar el espíritu del ser: conciencia e inconsciencia, política y poética. Crear pues una revolución integral, “cambiar la vida y transformar el mundo”. Mientras Dadá es un punto de partida, el surrealismo retorna a la historia, a sus “santos” particulares como el Bosco, Dante, Freud, Lautrémont, Jonathan Swift, Lewis Carroll y otros.
El uso de anáforas, la concatenación de imágenes insólitas, la metamorfosis constante, la capacidad de asombro, son algunas características de este aliento poético de largo alcance, que se erigió sobre la libertad y el amor.

Estos movimientos, junto con algunos autores emblemáticos como Maiakovsky, T. S. Elliot, Joyce, William Carlos Williams y el norteamericano Ezra Pound, dejaron sentir su influencia en los creadores latinoamericanos.

"La obligación del poeta es crear, crear y crear"
En Chile, Vicente Huidobro se une a la revolución poética que se propaga por Europa –y que intentó seguir un tibio modernismo latinoamericano- yuse convierte en el fundador (y único integrante) del Creacionismo. Huidobro retoma el discurso de Apollinaire, esa burla velada a las imágenes sagradas, para construir "Altazor". Poema basado en la conciencia de la muerte, en la finitud, pero que erige al poeta –al creador- en un dios lúdico que afronta a la desaparición inexorable del cuerpo por medio de un lenguaje nuevo, que nombra todo aquello que crea el poeta.
Altazor se convierte en el ejercicio extremo de la voluntad del poeta, de Huidobro, a través de la destrucción y reconstrucción de la lengua. El chileno se erige como figura máxima en su mundo particular, a pesar de su escepticismo filosófico, por medio del humor y la chanza, su vonluntad ante lo inexorable.
El antipoeta y mago hace una revolución En Altazor no sólo contra el destino, también contra la poesía misma.

"Viva el mole de Guajolote"
En México, la vanguardia encarna en el estridentimso. Xalapa es la capital de este movimiento encabezado por Manuel Maples Arce y que llama a la juventud mexicana a levantarse contra el estancamiento intelectual. Como el Futurismo, el estridentismo proclama su admiración por la tecnología y la máquina, por el bombillo eléctrico que deja de lado a la naturaleza y al costumbrismo.
Arquéles Vela, Germán Liszt Arzubide y Quintanilla son otros de los participantes, que toman influencias de Tablada y de Lòpez Velarde, y que se constituye en el intento –poco original en mi opinión- de introducir la modrnidad en México.

Del ultraísmo a los senderos que se bifurcan
De nueva cuenta en el sur latinoamericano, el utraísmo nace con un Borges Jove, que no tardará en aniquilar el movimiento. Pero el inspirador de esta breve revuelta literaria seguirá siempre en el imaginario del argentino: Macedonio Fernández.
La actitud escéptica, las digresiones literarias, la negación de los roles establecidos (autor-lector) de la obra de Fernández serán retomados por Borgess, quien cuestiona la importancia del autor y que afirma que el texto y la “charla” que los textos entablan etre sí es lo más importante. Borges “ficciona” las ideas filosóficas, crea mundos alternos en donde la literatura se vuelve un ente orgánico, biloógico.

La masmédula dulce
La revolución lingüística en América Latina reencarna en Oliverio Girondo, quien al igual que Huidobro, está consciente de la muerte, pero que ve el tránsito hacia ésta como un camino hacia el dolor.
Girando trata –sobre todo en la "Masmédula"- de aprehender un mundo que se desintegra ante sus ojos. Y el lenguaje no le es suficiente or lo que crea uno nuevo que le e la posibilidad de ser todos, de sentir todo.

"Ejecutoría del miasma"
César Vallejo será quien encarne al poeta trágico, oscuro, solidario. Si poética está impregnada de religiosidad, pero también de una sensación de oquedad que busca en el entorno algo, una pieda a la que asirse.
Su poesía es vivencial más que experimental, y por ello Vallejo busca en el lenguaje, en la reinterpretación y creación, los signos adecuados para expresar el sufrimiento humano. A diferencia de Girando, Vallejo no pasa por una etapa vital, esperanzadora, y de hecho no la busca. Ausme la miseria de todos como propia y es en Trilce donde su voz profunda, real, se deja escuchar.

La antropofagia como vocación
El modernismo brasileño tiene como propósito “hacer nacer un arte brasileño, hijo del cielo y de la tierra, del hombre y del misterio”.
Para lograrlo los poetas, encabezados por Oswald de Andrade, hablan de la antropofagia, de devorar a las influencias europeas para deglutirlas y convertirlas en algo netamente brasileño
De esta corriente de cambio nacerían mas tarde los poetas concretos –con los hermanos Campos y Pignatari a la cabeza- que buscaron revolucionar el lenguaje.
A través del signo, de la hoja en blanco, de la estructura de la palabra, los concretos crearon una poética nueva, que buscaba responder a su tiempo de palabras veloces y publicidad. En donde las palabras se volverán constelaciones que deberán ser interpretadas por quien las lee.

Y también en este vaivén de la poesía latinoamericana no pueden faltar Octavio Paz y "Piedra de sol", Nicanor Parra y los antipoemas, Cardenal y su visión del mundo. Raúl Zurita también habita esta revolución poética, pero a través del dolor, de los sentidos, de su mejilla estrellada y las letras que formó sobre la arena silenciosa de desierto de Atacama.

lunes, 14 de mayo de 2007

La poética del aire


“Compañeros, os decimos ahora que el triunfante progreso de la ciencia hace que los cambios en la humanidad sean inevitables, cambios que están abriendo un abismo entre los dóciles esclavos de la tradición y nosotros, los modernos libres que confiamos en el esplendor radiante de nuestro futuro”.

Humberto Boccioni.
Manifiesto de los pintores futuristas



Octavio Paz señaló que la poesía quiere cambiar la vida y para lograrlo aprehende al mundo, lo devora. A la manera de los antropófagos, la palabra mastica todo aquello que la circunda, transformándose así en signo oblicuo, polisémico, que habla no sólo sobre quien la pronuncia, sino acerca de quien la escucha y del tiempo en que nace y se perpetúa.

La poesía transforma la vida, pero, continúa Paz, “no piensa embellecerla como piensan los estetas y los literatos, ni hacerla más justa o buena, como sueñan los moralistas. Mediante la palabra, mediante la expresión de su experiencia, procura hacer sagrado al mundo; con la palabra consagra la experiencia de los hombres y las relaciones entre el hombre y el mundo, entre el hombre y la mujer, entre el hombre y su propia conciencia”.


Y es la poesía el testimonio del lenguaje que se revoluciona, que busca formar parte de su tiempo histórico. Así lo entendieron las vanguardias literarias, desde el manifiesto futurista de Marinetti escrito en los albores del siglo 20 hasta el hermoso bullicio que surge de las páginas de Tierra Baldía de T. S. Elliot. La palabra describe al mundo y la poesía lo revoluciona.

Y qué mejor que la palabra para tratar de describir una vida inmersa en la revolución posmoderna, signada por la lucha de aprehender un presente que se escurre a cada segundo, inasible. Como dice Marshall Berman, ser moderno implica ser: “vitales ante las nuevas posibilidades de experiencia y aventura, atemorizados ante las profundidades nihilistas a que conducen tantas aventuras modernas, ansiosos por crear y asirnos a algo real aun cuando todo se desvanezca”.

“Desterrados del cielo y del infierno, la tierra, único paraíso que se ofrecía a nuestra avidez, ha perdido toda su seducción. Si antes se renunciaba a la tierra por el cielo… ahora somos unos desgarrados gozadores, unos escépticos sufridores” escribió Octavio Paz en su ensayo Trabajo vacío. Es cierto, ser moderno es vivir una vida de paradojas y contradicciones, pero sigue ahí la razón que nos hace seres humanos: transformar el mundo y hacerlo nuestro.


Como escribió Marshall Berman, ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos.
Ahí están los problemas con los que se confronta el arte del siglo 21: el concepto mismo de obra de arte; la desaparición de la diferencia entre arte culto y arte de masas; la creación de la obra de arte como un objeto de consumo regido por las leyes del mercado; la posibilidad de que desaparezcan (como ya ha sucedido) de la vista de la humanidad la producción de los grandes nombres de la galaxia artística como Van Gogh, Renoir o Picasso.

El arte desordena nuestro mundo habitual y nos lo modifica, lo amplia o renueva. Gerard Vilar tiene razón, no todas las obras de arte lo hacen de igual modo, ni con la misma fuerza, ni con la misma razón. Al menos, en este mundo en el que todo se mezcla –arte y publicidad, pintura y digitalización, sonido y video–, suena válido que la piedra a la que asirse se encuentre flotando en el ciberespacio, en my space, en el Messenger, en el blog, en ese grito solitario frente a una pantalla.

¿Cómo confrontar un mundo en el que, como dijo Marx, “todo está preñado de su contrario” y “donde todo lo sólido se desvanece en el aire”? Un mundo en el cual, como dijo Nietzsche –citado por Berman– “hay peligro, un gran peligro (…) pero esta vez desplazado a lo individual, a lo más cercano y querido, a la calle, a nuestro propio hijo, nuestro propio corazón, nuestros más íntimos y secretos reductos del deseo y la voluntad”.

Tal vez no exista la respuesta, pero sí el ansia vital ante las nuevas posibilidades que se muestran, como senderos que se bifurcan llenos de promesas, en el tiempo moderno, inaprensible. Y Vilar tiene esperanza: “en este mundo en el que el individuo está perdiendo sus referencias seguras surge también la posibilidad de libertad, esto es, de indagar, experimentar y conocer libremente; de opinar, razonar y actuar libremente; y también de gozar, juzgar y crear libremente las obras de arte”.

Paul Ricoeur invita a reflexionar sobre el breve tiempo de los mortales y el gran tiempo de los movimientos siderales, y señala que la desproporción entre ambos no es solamente cuantitativa, sino cualitativa entre un tiempo con presente, futuro y pasado. Diferencias entre “un tiempo estructurado por la atención, la anticipación, la memoria, y un tiempo sin presente, constituido por una serie infinita de instantes que no son más que cohetes visuales en la continuidad del cambio”.

Y es así como pasa la obra poética, rauda, ígnea, como galaxia que eclosiona plena de significados para extinguirse, presa de la continuidad del cambio, en la infinitud del tiempo.

viernes, 11 de mayo de 2007

Agua tierna, luminosa



No se muere de amor, se vive de amor. Y es en la mirada luminosa del ser que conocemos desde el primer instante de su existencia, que el alma se nos tensa en murmullos de agua tierna, dulcísima. Los astros bajan presurosos en la noche donde se leen cuentos, en el abrazo que consuela, en los gritos festivos que sacuden la tarde aletargada.

Tal vez ahí reside el paraíso, en el embate tierno de agua y sal que anuncia la llegada a un territorio nuevo, ahíto de promesas. Se dan los primeros pasos desconcertados, la mirada defectuosa se maravilla y olvida, olvida... porque hay prisa por beberse todo el manantial, por aspirar el aroma primigenio, por reclamar el territorio como propio a sabiendas de que el presente no existe, sólo la sucesión de brevísimos instantes... ese vivir de amor dulce y doloroso, a manos de aquella tierra descubierta, conquistada y perdida por decisión propia.

14 de abril, 10 de mayo, todas las fechas conducen al mismo nombre, a la gratitud de poseer un amor inexpugnable y un espacio enorme para las bellas aventuras.

lunes, 7 de mayo de 2007

Desnudo monumental


Spencer Tunick en el Zócalo capitalino


Son las 4:00 horas y la metrópoli duerme, pero a medida que el taxi se acerca al centro de la Ciudad de México, el bullicio, la algarabía y la impaciencia le devuelven la vitalidad a la urbe somnolienta.Las calles que conducen al Palacio Nacional están cerradas, el resto del camino debe recorrerse a pie. Son miles las personas que se aglutinan en las calles cercanas al Zócalo, en largas filas en las que se bebe café, se intercambian impresiones, se buscan caras conocidas y se alza la forma de inscripción para que los organizadores, ubicados sobre las calles Madero y Palma, dejen pasar a los ansiosos modelos.
Los hombres jóvenes son mayoría, pero hay representantes de todas las edades. Las parejas de novios y esposos, los turistas japoneses, el grupo de estudiantes de la UNAM, las amigas que son inseparables desde la infancia, maestros y estudiantes de arte, extranjeros que residen en la ciudad, mexicanos que viajaron desde sus estados para aparecer en la foto, todos hacen acto de presencia para participar en la instalación de Spencer Tunick.
Quienes no se registraron por Internet llenan las formas de inscripción mientras la gente avanza hacia la plancha del Zócalo, con la cabeza erguida, sonrientes y muchos sin ocultar el nerviosismo ante la cercanía del evento.
Los atuendos son tan diversos como los asistentes. Un trío de amigos sólo viste batas de baño, otros jóvenes se decidieron por usar únicamente bermudas para “no extraviar la ropa”, los prácticos llegan en pants y tenis aunque también hay espacio para los extravagantes, como una mujer que luce un atuendo propio de carnaval: minivestido con aplicaciones brillantes, verdes y doradas, y antifaz a juego.
Varios de los asistentes llegaron desde las 2:00 horas y muchos se hospedaron en los hoteles de las cercanías. Es por esta razón que la impaciencia se siente en los accesos, a medida que los policías capitalinos colocan las vallas para resguardar a los participantes.


INSTALACIÓN ALTERNATIVA

A las 6:00 horas la oscuridad comienza a replegarse, ya todos están dentro, aguardando expectantes las indicaciones del artista neoyorquino. Pero los impuntuales se quedan fuera y reclaman a gritos que los dejen acceder a la escultura monumental que se construirá en instantes.
De nada valen las amenazas y, desilusionados, 50 jóvenes se retiran del lugar mientras otros se suben a los camiones que están tras la segunda fila de vallas e improvisan una instalación alterna en la que dos hombres y dos mujeres se quitan la ropa para sentirse incluidos. Los uniformados no tardan en pedirles que bajen del camión mientras decenas de curiosos buscan observar a los que sí lograron registrarse a tiempo.
LA EUFORIA DESAFÍA EL FRÍO
El rojo del cielo anuncia que el momento ha llegado, son las 7:10 de la mañana y a través de la bocina se escucha la primera instrucción de Tunick e inicia la cuenta regresiva, los gritos de euforia rompen el silencio expectante y, presurosos, los modelos se despojan de su ropa y avanzan casi corriendo hacia el centro, hacia el asta bandera que luce desnuda también.
Cinco minutos después el frío capitalino estremece a la multitud desnuda que cubre la plancha del Zócalo y que, de pie, le da la espalda al Palacio Nacional mientras Tunick registra la primera imagen y los curiosos, algunos con cámaras y otros con miralejos, chiflan a la distancia. La policía se empeña en dispersar a los curiosos, que están a una cuadra de distancia, “pero si no se ve que a esos encuerados les importe mucho la privacidad”, increpa uno de los mirones.
Después de los aplausos, los abrazos y las palmadas en la espalda, se anuncia la siguiente posición. Miles de cuerpos se recuestan, apuntando sus cabezas hacia el asta bandera. No faltan los comentarios sobre la dureza del suelo, pero la euforia continúa presente y a medida que pasa el tiempo la temperatura aumenta a 22 grados centígrados, de acuerdo con una estación de radio local.
La tercera posición, fetal con la cabeza hacia Catedral, es la que cuesta más trabajo. Las rodillas chocan con las baldosas, los pies resienten el frío y se escuchan las exclamaciones de dolor entre la multitud. Un suspiro de alivio sale de muchas gargantas cuando Tunick pide que todos se pongan de pie y se enfilen hacia a la calle 20 de Noviembre para la siguiente toma.


¿DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO?

Han pasado ya 30 minutos, y para cerrar la sesión se les pide a los hombres que abandonen el sitio. Tunick dispara la cámara hacia un grupo de mujeres plantadas en un rincón del Zócalo. “¿Por qué se van los hombres?, ¿es discriminación de género?”. Fueron algunas de las preguntas que se hicieron las mujeres, un grupo mucho menor al de los hombres, a medida que ellos seguían las líneas de colores en el piso que conducían a sus ropas.
Varias mujeres hicieron caso omiso de la toma improvisada y se retiran con sus parejas. Aquellas que se quedan comienzan a protestar porque algunos hombres, ya vestidos, sacan sus celulares para tomarles fotos. Situación que incomoda tanto a las mujeres como a Tunick, por lo que muchas de ellas abandonan el lugar visiblemente molestas.


DESNUDO INVOLUNTARIO
A las 8:10 comienza, lentamente, la retirada, aunque todavía una multitud, compuesta en su mayoría por mujeres, continúa desnuda en el Zócalo. Veinte minutos después el aplauso estruendoso de los miles de participantes agradece a Tunick su presencia en México.
Son las 8:40 y los últimos rezagados buscan su ropa, una mujer corre sin suerte y no la encuentra. Asustada pide ayuda, obtiene un saco provisional y se refugia en una columna de los portales que rodean el Zócalo, mientras una de sus amigas corre a comprarle algo que la saque del apuro. En el otro extremo de la calle, un chico exhibe un top negro mientras pregunta “¿alguien lo reconoce?”, provocando las risas de los presentes.
La ciudad despierta y el bullicio vuelve a las calles del centro histórico, mientras los cerca de 18 mil mexicanos que crearon una obra de arte memorable vuelven al ruido, al tráfico, a la ropa.


'ALGO GRANDE ESTÁ OCURRIENDO EN MÉXICO'

En un hotel cercano Tunick habla brevemente con los más de 200 periodistas que se acreditaron para cubrir la instalación. El neoyorquino luce satisfecho y emocionado por el gran número de participantes y dedica su trabajo a la ciudad. "Este es un gran momento para el mundo del arte en México, los ojos de todos deberían mirar hacia el sur y ver cómo un país como éste puede ver el desnudo como arte, como algo puro, no como pornografía. Sin duda algo muy grande está ocurriendo en México, es algo cultural que va a explotar en cualquier momento”, dice antes de retirarse para observar detenidamente el registro visual de la obra más grande que ha hecho en su vida.

domingo, 6 de mayo de 2007

Silla 124


La noche perdía juventud a medida que la algarabía de la música cubana se convertía en un registro más de la memoria. Puebla, en cambio, aguardaba ansiosa la mañana para festejar el 5 de mayo.

Después de la visita a una terapia grupal de periodistas (o "encuentro" de acuerdo a los datos oficiales) en la Universidad Iberoamerica, de recorrer el centro histórico repleto de iglesias y callejuelas, de bailar al ritmo del son cubano y de comer cemitas, cuatro periodistas recorrían -algo despistados- las avenidas de la ciudad.

De pronto, mientras decenas de hombres colocaban tribunas y sillas para la magna celebración de la batalla de Puebla, una idea fugaz, luminosa, sacudió la mente de uno de los integrantes de la comitiva.

"Una silla, necesitamos una silla", dijo ansioso mientras detenía el coche frente a una hilera de asientos metálicos perfectamente alineados. La chica que iba a su lado dudó brevemente, sólo un instante, y abrió rauda la puerta para tomar la silla más próxima y meterla al coche.

"124", podía leerse en el respaldo gastado del objeto secuestrado. Tras el desconcierto inicial, la silla 124 asumió su nueva identidad. Sumisa viajó a la Ciudad de México, separándose del resto de sus hermanas, y aceptó su nueva condición de silla única, extraordinaria.

Signada por las circunstancias ahora vive fuera del anonimato, compartiendo el espacio en un apartamento de la colonia Roma donde debe lidiar con voces misteriosas: una de ellas gutural, de procedencia desconocida, la otra, de una chica menuda que arrastra la "s" en forma graciosa. Lejos de la bodega, en el rincón de una recamara, la vida promete ahora un sinfín de posibilidades para la silla 124.

viernes, 4 de mayo de 2007

El corazón olvida


Leteo


Le temps passe, l’eau coule et le coeur oublie
Flaubert

¡Remueve las escorias humeantes
de la pasión extinta!
El sueño se confunde con la muerte,
Fénix puede brotar entre cenizas.
–¡Pasa el tiempo veloz, el agua corre
el corazón olvida…!

Mi pecho es un nectario de ilusiones,
el corazón palpita,
¡nunca ha arrastrado el cierzo en Primavera
torbellinos de hojas amarillas!
–¡Pasa el tiempo veloz, el agua corre
el corazón olvida…!

¿Por qué doblar los cálices? La noche
no llega todavía.
El tembloroso llanto de la Aurora
En las fragantes hojas se desliza.
–¡Pasa el tiempo veloz, el agua corre
el corazón olvida…!

–¡Llega, pálido Otoño! Que se inclinen
a tus ráfagas frías
anémonas y rosas; es eterno
mi amor, como la eterna siempreviva.
–¡Pasa el tiempo veloz, el agua corre
el corazón olvida!

Tablada

lunes, 30 de abril de 2007

To be, or not to be naked: that is the question




Es oficial, Spencer Tunick realizará su instalación en el Zócalo de la Ciudad de México. Se habla ya de 7 mil inscritos -lo cual no es garantía de gran convocatoria, conozco una chica que se registró hace un mes, pero que decidió que el desnudo al aire libre no es lo suyo-, e incluso hay quien asegura que se batirá el récord madrileño. En el departamento de Arte de la Ibero la pregunta no puede evitarse: ¿Ya te inscribiste para la instalación de Tunick?


Las respuestas son diversas y yo, debo aceptarlo, sigo navegando con la bandera de indecisa. Eso sí, haré acto de presencia, aunque sea escudándome en mi carnet de periodista.




Hace unos días el neoyorkino estuvo en el DF para hablar sobre su obra artística. En esta ocasión Spencer Tunick sólo logró convocar a 200 personas, y todas con la ropa puesta. Y es que el propósito de esta reunión no fue el de tomar fotografías de desnudos masivos, sino charlar con estudiantes, artistas, promotores de arte y modelos en potencia.
En el marco de las actividades de la feria “México Arte Contemporáneo”, el fotógrafo neoyorkino, previo a la instalación que realizará el 6 de mayo en la Ciudad de México, habló sobre su trabajo artístico en el Centro de Diseño, Cine y Televisión.
Tunick recordó el inicio de su trayectoria como artista, cuando entre 1993 y 1994 les pedía a sus amigos, a vagabundos y dependientas de tiendas de abarrotes, que participaran en sus instalaciones. Porque el artista tiene claro que su obra no es un trabajo fotográfico, sino el instante en el que logra conjuntar el espacio con los cuerpos desnudos.
“Nunca estuve muy cómodo con la fotografía, en aquellos años me interesaba más lo que hacía la gente del Soho con sus instalaciones. Para mí la cámara es una herramienta, yo cargo dos cámaras y no sé mucho de ellas, lo que me interesa es el ambiente que se crea y la fotografía sirve para documentar ese hecho”, dijo ante un auditorio mayoritariamente joven.
Mostrando imágenes de sus distintos trabajos, el norteamericano recordó que en su primera instalación con personas desnudas, realizada en 1994 en Nueva York, sólo participaron 25 personas. Durante cuatro años trabajó en ambientes neoyorkinos creando 16 imágenes en blanco y negro, hasta que en 1998 decidió cambiar a la fotografía a color para lograr una mayor vitalidad en el registro de su obra.
Una voz surgió del público para preguntarle si no fue arrestado por ese trabajo. Sonriente, Tunick contestó: “me han arrestado cinco veces, así que cuando inicié mis proyectos todo tenía que ser muy rápido, sólo tenía 10 minutos para que todos se sacaran la ropa, se ubicaran en la posición que yo deseaba y tomar las fotos”.
Al analizar esos primeros años, el artista no dudó en afirmar que las instalaciones que realiza en la actualidad son mejores gracias al apoyo de instituciones y museos.
“Ahora trabajo con miles de personas, eso requiere mucha organización”, dijo mientras aparecía en la pantalla la imagen de las tres mil personas que reunió en Chile.

“Yo no soy fotógrafo”
Tunick fue reiterativo al hablar de su obra, y manifestó que los medios están equivocados al catalogar su trabajo como fotográfico, pues considera a la obra de arte como el instante en que cientos o miles de personas se funden con el entorno que las rodea.
“Los cuerpos son (en la obra) un objeto y elemento abstracto, para mí la instalación es un cruce entre la abstracción y el diorama. Yo no soy fotógrafo, realizo instalaciones y las documento a través del video y la fotografía. Es así de simple, no es un retrato de una masa de gente.
“A las personas que acuden no les importa si soy fotógrafo, pintor o escultor, solamente se comprometen con el arte”, dijo sonriente.

El cuerpo al desnudo
Al hacer un recuento de su experiencia en otros países, el norteamericano consideró que ha tenido mayor libertad en el extranjero.
“En Estados Unidos piensan que son más libres que en México, pero yo no podría hacer una instalación en Texas, en Mississippi, incluso en Washington. La gente en esos lugares ve al cuerpo desnudo como algo violento, agresivo, y eso no me pasa en otros países. En América Latina es cuerpo es visto con naturalidad, como algo puro. Yo no veo al cuerpo como algo malo, es algo puro, orgánico, como una flor, como un árbol”, dijo.
Y agregó que el arte debe hacer partícipe a la gente y no sólo circunscribirse al museo, a las galerías y no ser una actividad exclusiva para las élites.
Se le preguntó si en algún momento ha considerado la posibilidad de desnudarse y participar en la instalación. Tunick rió con fuerza y señaló que no tenía problema alguno en desnudarse, pero que es él quien debe trabajar para crear la obra.
Finalmente, preguntó a los asistentes “¿Quién me acompañará el próximo 6 de mayo?”. 25 manos se alzaron con presteza, mientras algunos de los futuros modelos trataban de convencer a sus compañeros de silla de formar parte de las miles de personas que se han despojado de su ropa para aparecer en las fotografías que hoy se cotizan entre los cuatro y los siete mil dólares.
Tunick comentó “es un buen número para un grupo de 200 personas”, y agregó: “don't worry, everybody find their clothes”, lo que desató las risas entre los jóvenes quienes se acercaron para conseguir la foto del recuerdo al lado del artista, eso sí, todos con la ropa bien puesta.

viernes, 27 de abril de 2007

La lluvia, el asfalto, la extrañeza



Los días corren rápidos. Con la humedad se mezcla el aroma de las despedidas venideras, se intercambian teléfonos, se observa con detenimiento a quienes no se habrá de ver jamás.

El agua cae y el asfalto se borra de impresiones, de promesas incumplidas, de palabras ahogadas. La patina de la nostalgia reluce ya en las calles empedradas y en las serpientes múltiples que se desplazan por la metrópoli insomne.

Nadie habla del futuro, se aprehenden con fiereza las impresiones, las sorpresas, las sensaciones. Ahítos de tiempo, los viajeros se resignan con fotografías y abrazos, con palabras tachadas en las últimas páginas de los cuadernillos negros.


De corpore insepulto

1.

En las horas de niebla,
los transeúntes dudan sobre el brillante asfalto,
tienen los automóviles la pintura empañada;
la humedad se resume en las ventanas amarillas
de las primeras oficinas. Los lugares públicos
no han despertado todavía. Está la calle
limpia: la lluvia la lavó durante
una madrugada insomne de golpear
en las persianas y chorrear sobre los patios interiores.
Hoy no se apagarán las luces por la huelga.

2.

Ese que veis cruzar,
detenerse, y cruzar, es mi asesino. Me persigue desde
hace tantos siglos, a lo largo
de tantas vidas me persigue
que el ruido de sus pasos y el de mi corazón
parecen soportar un solo cuerpo,
una sola agonía, una canción
de infancia, una canción
parecida a las lágrimas de un día.

3.

En esta hora de humillación parece
el aire un animal enfermo. Tal
es la enfermedad , tal es el peso
de cuanto en él se mueve, que una hoja
desprendida de un árbol quebraría
la piel del pavimento. Mas no hay árboles.
No hay árboles, ni tierra, ni otro abismo
que la implacable y criminal persecución
dibujada en el laberinto de mi vida
por el sonido negro de sus botas.

Juan José Millas

martes, 24 de abril de 2007

la certidumbre del vuelo




VUELOS

Juntos, en la tarde tranquila
vuelan notas de Ángelus,
murciélagos y golondrinas.

José Juan Tablada


MECÁNICA DEL VUELO

¿Perfeccionar lo inútil entretanto
el paisaje y el ave nada hacen
para tener un sitio en el edén? Pudiera
ser. La belleza no pide tributo.

¿Entonces? Dar ejemplo tampoco: la coherencia
no era flor: pero ¿dónde? Acompañado
por otras soledades, obedezca
el ave que no es, rece el paisaje
que no es paisaje (habla). Perfeccione
lo inútil a lo inútil. No haya edén.

Aníbal Núñez

sábado, 21 de abril de 2007

La palabra que ilumina




No hay placer más grande que ver iluminada en la palabra la oscuridad caótica de la que procedía.




"Son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada..."

Pablo Neruda

lunes, 16 de abril de 2007

La globalización frente al espejo



Ningún hombre es en sí, equiparable a una isla”, escribió el poeta John Donne en el siglo 16. Y hoy, este verso prefigura nuestra concepción actual del concepto de hombre. El siglo 21 otorga al ser humano la conciencia plena de que el modelo de calzado, el estreno reciente de la película hollywoodense de temporada, la última publicación de Orhan Pamuk, son objetos compartidos con otra persona que vive en el extremo opuesto del planeta.
Esto nos conduce a cuestionarnos sobre nuestro papel en el modelo de sociedad globalizada, porque la cotidianidad en la urbe ha dejado claro que la globalización ya nos ha involucrado, sin hacer invitación alguna. Entonces, más allá de los artículos de consumo que se encuentran en nuestros hogares -etiquetados en China, Taiwán, Portugal y un largo etcétera-, y de la tecnología que nos mantiene conectados y que se ha vuelto estandarte de nuestra generación, el tema tiene implicaciones sociológicas y antropológicas con las que hoy vivimos.
Tal vez la globalización se vuelva la oportunidad para regresar al concepto de humanidad, de pensar en las palabras de Donne y abolir la apatía creciente que genera la constante exposición a los medios, a la tragedia numérica y anónima.
Si adquirimos la conciencia real de que formamos parte de la humanidad, suena lógico señalar que la muerte por hambre de un niño en Ghana, la extinción de ecosistemas completos como consecuencia de la pesca de arrastre que coloca nuevas variedades de peces en el menú, la desaparición de una lengua milenaria en la China profunda, es una cuestión personal. Esto nos lleva a plantear la cuestión ¿Esto me compete a mí, al mexicano?
Tal vez Donne, junto a Julio Verne o Phillip Dick, concibieron el futuro no con base en la ciencia y el crescendo tecnológico, sino con la certeza de que los temas que nos unen son más profundos: la vida, la muerte, el amor, el saber. Y esta singularidad humana es la que, a fin de cuentas, nos trajo al siglo 21.
Vale entonces, cerrar con el poema de Donne, sin duda hoy más actual y significativo para nosotros, ciudadanos del nuevo milenio, que para los contemporáneos del escritor inglés.

Ningún hombre es en sí
equiparable a una isla;
todo hombre es un pedazo del continente,
una parte de tierra firme;
si el mar llevara lejos un terrón,
Europa perdería
como si fuera un promontorio.
Como si se llevara una casa solariega
de tus amigos o la tuya propia.
La muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque soy una parte de la humanidad.
Por eso no preguntes nunca
por quién doblan las campanas,
están doblando por ti.

sábado, 14 de abril de 2007

Cuerpo que me temblás entrado al alma


Han pasado ya cuatro años. En aquel entonces la vida me soprendió a través del miedo, el dolor y la belleza.

Fue un lunes 14 de abril, a las seis de la tarde, cuando adquirí la certeza de que mi nave siempre llegaría a puerto, de que mi Ítaca particular se eregía en promontorios de amor inexpugnable.

Y el amor se reconstruye constante en "una palabra que está por decir, un arbolito sin hojas que da sombra".

Hace cuatro años obtuve un nombre que invocar: Allegra... y con cada letra vienen la sonrisa, la mirada húmeda, la melancolía, la felicidad sin mella.


Cuerpo que me temblás entrado al alma/
río que me enfriás/manita tuya
manando sombra/sombra/sombra/sombra/
¿para tu deshacerte en algún lado?/

¿te rejunto otra vez?/¿te apeno el habla?/
¿te duelo el nunca?/¿más?/¿o nunca más
me mirará hermoseando tu hermosura?/
¿descansás de tu piel?/¿desquerés mucho?/

me escuchás/deteniendo tu pasaje
fuera de vos?/¿carita que solés
iluminarme el animal?/¿o pena?/
recorrerme la cielo/como sol?/

Juan Gelman

viernes, 13 de abril de 2007

Loros, escritores y retruécanos visuales



“El arte reside en la metamorfosis, no en la imitación”.

Ernst Jünger


La fotografía emblemática en blanco y negro, de libro de texto, que caracteriza al escritor Ramón Maria del Valle Inclán, es el detonante para el retrato de Valle-Inclán de Alberto Gironella.
El espectador observa los anteojos redondos de montura negra, la longa barba blanca que le da al escritor la apariencia serena del viejo sabio, el rostro anguloso y largo, la frente alta, enorme.
Hasta ahí, Gironella retrata la foto del escritor español, autor de la novela Tirano Banderas, una de las favoritas del pintor mexicano, con trazos gruesos y rápidos que no buscan ser minuciosos.
Pero gracias a la inventiva del pintor y a los elementos que éste agrega en la obra, Valle Inclán muta en un personaje ficticio, como si se volviera protagonista de sus propias historias de dictadores y oprimidos.
A la espalda del español se ve a un loro –tal vez alusión al relato Un corazón sencillo de Flaubert, en donde esta ave es el leitmotiv no sólo del cuento, también de la vida del novelista francés-, y al otro lado (también en la parte superior del cuadro) se aprecia una bandera de España que, al modo de los afiches, es pegada a la “pared” con cinta adhesiva.
Otros elementos que aparecen en el óleo son: un emblema dorado que forma, a través de líneas sinuosas y retorcidas, la letra “R”; unos pequeños artefactos anónimos –que se intuyen metálicos por su color blancuzco plateado- que cuelgan como llaves en la parte derecha; y justo bajo la “R” penden, como guantes lánguidos, un par de manos clavadas en las muñecas.
Y en la parte inferior del lienzo aparecen dos latas de aceite de oliva, un empaque en cuyo frente aparece la figura del torero –tan querida y usada por el artista-, y una lata de sardinas en la que se lee la firma de Gironella, quien, por medio de esta diversidad de elementos, deja claro el origen español de Valle Inclán.
En cuanto al color, Gironella es parco. Sobre fondo negro resalta el collage de impresiones recolectadas por el mexicano –en tonos ocres, amarillos y rojizos- y por supuesto al tema principal: el rostro de Valle Inclan.
Valle-Inclán muestra esta vena Pop del Surrealismo practicado por Gironella, pero un surrealismo al estilo de André Bretón, cargado de alusiones poéticas y literarias, de guiños al espectador, de retruécanos visuales.
Nada en el pintor mexicano es casualidad; tampoco que, en Barcelona, el Círculo de Lectores editara en 1998 Tirano Banderas. Novela de tierra caliente, con ilustraciones de Alberto Gironella.

miércoles, 11 de abril de 2007

La primavera vuelve, vuelve y se irá


LOS ANILLOS FATIGADOS


Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,

y hay ganas de morir, combatido por dos

aguas encontradas que jamás han de istmarse.


Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,

que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,

suicida!


Hay ganas de... no tener ganas. Señor;

a ti yo te señalo con el dedo deicida:

hay ganas de no haber tenido corazón.


La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,

curvado en tiempo, se repite, y pasa:

pasa a cuestas con la espina dorsal del Universo.


Cuando, las sienes tocan su lúgubre tambor...

cuando me duele el sueño grabado en un puñal,
hay ganas de quedarse plantado en este verso!


César Vallejo

martes, 10 de abril de 2007

El regreso



Las distancias, el tiempo, la marea, los oleajes. Nada de que arrepentirme... los caminos me siguen conduciendo al mismo sitio: "una puerta, una grieta abierta en el asombro".


Poesía Vertical X - 44

Me doy vuelta hacia tu lado,
en el lecho o la vida,
y encuentro que estás hecho de imposible.

Me vuelvo entonces hacia mí
y hallo la misma cosa.

Es por eso
que aunque amemos lo posible,
terminaremos por encerrarlo en una caja,
para que no estorbe más a este imposible

sin el cual no podemos seguir juntos.

Roberto Juarroz

viernes, 30 de marzo de 2007

Dorotea, Saltillo, y el deseo


La pausa de la primavera llegó. Se presiente en la prisa de los peatones, en las sonrisas de los pasajeros del metro, en las largas filas en los bancos. El tiempo ha corrido veloz, y es hora de volver a Saltillo (Maurilia, de acuerdo al escritor Jesús de León).

Es cierto, la capital de Coahuila corresponde a la descripción que Marco Polo hace de Maurilia, pero las ciudades son espejismos rutilantes creados por el viajero y por aquéllos que deciden quedarse y resistir. Entonces, yo apuesto por Dorotea. Sin duda fue en Saltillo donde "sentí que no había bien que no pudiera esperar de la vida", donde los caminos se abrieron infinitos ante mis ojos.



Las ciudades y el deseo. 1


De la ciudad de Dorotea se puede hablar de dos maneras: decir que cuatro torres de aluminio se elevan en sus murallas flanqueando siete puertas del puente levadizo de resorte que franquea el foso cuyas aguas alimentan cuatro verdes canales que atraviesan la ciudad y la dividen en nueve barrios, cada uno de trescientas casas y setecientas chimeneas; y teniendo en cuenta que las muchachas casaderas de cada barrio se casan con jóvenes de otros barrios y sus familias intercambian las mercancías de las que cada una tiene la exclusividad: bergamotas, huevas de esturión, astrolabios, amatistas, hacer cálculos a base de estos datos hasta saber todo lo que se quiera de la ciudad en el pasado el presente el futuro; o bien decir como el camellero que allí me condujo: "Llegué en la primera juventud, una mañana, mucha gente iba rápida por las calles rumbo al mercado, las mujeres tenían hermosos dientes y miraban derecho a los ojos, tres soldados tocaban el clarín en una tarima, todo alrededor giraban ruedas y ondulaban carteles de colores.

Hasta entonces yo sólo había conocido el desierto y las rutas de las caravanas. Aquella mañana en Dorotea sentí que no había bien que no pudiera esperar de la vida. En los años siguientes mis ojos volvieron a contemplar las extensiones del desierto y las rutas de las caravanas; pero ahora sé que éste es sólo uno de los tantos caminos que se me abrían aquella mañana en Dorotea".


Ítalo Calvino

miércoles, 28 de marzo de 2007

El corazón tiembla





La nostalgia de la pérdida no cede ante el sol festivo de marzo, se resiste a las flores, a los cantos, a tanto gozo estridente de los adolescentes que llenan los parques con risitas y murmullos.



Un hombre lleva encima un velo de ternezas, los cadáveres de flores exhalan el dulzón aroma de la melancolía. Las señales no pueden estar equivocadas... la primavera ha llegado.






Fragmento




En el teléfono una voz herida:
"Llámame después. Ahora estoy cansada".
-Luego, el timbre repiqueteando en la habitación
desconocida
saturándola con la ferocidad de una condena.
"¿Pero qué he de hacer, vida mía, mi bien perdido,
arrastrado a lo más profundo de la noche
desde el zumbido de la oscuridad?
Han vuelto a llamar al asilo al último, al más lento de
todos,
cuya sola preocupación es el tiempo, que ahora se ha
acabado;
ahora todo se ha ido, todo, todo, salvo la compasión,
contigo todo se ha ido por partida doble, mi amor."
- En ese trágico cuarto el timbre todavía repiquetea
como un pájaro atrapado que presagia un mal mayor;
imagino en ese cuarto los libros que tocamos y leímos
juntos, sí,
tocamos, olimos, salidos de las páginas de un libro,
un libro de Gogol; o tu corazón temblando en mi mano
que alguna vez tañó notas de amor en la viola de tu piel
pero nunca logró arrancar tu corazón al rechazo,
ni tus dientes del cuello de mi corazón...
- Las estrellas, como rifles de plata en el vacío,
se sirven de sus miras para afinar puntería.
No comprenden las categorías de nuestro dolor...
Ningún mundo se hundirá por lágrimas que nunca
vimos caer,
por tristezas que nunca fueron compartidas,
ojalá yo pueda consolar a los muertos,
asirme a alguna piedra en la corriente.




Malcom Lowry

sábado, 24 de marzo de 2007

Memorias de Viaje 3


Una semana más, los días van tan rápidos


Un mal día, pensé cuando la horda de escolares salía en tropel por la puerta principal. Tras un respiro profundo, evadí al vendedor que intentaba convencerme de las bondades de un calendario de Piolín. De nada valieron los lentes oscuros, los audífonos de color blanco ostentoso, el zig zag táctico. Lo ignoré, por supuesto, y me gané que me llamara fea e insensible y la imposibilidad de fijar el tiempo con números rosas.

Continué mi camino, tratando de mostrar la apariencia imperturbable y segura de las mujeres altas. Después de sortear niños, miradas masculinas fijas en mis piernas -pero señores, es primavera y hace calor- traspuse las puertas del Palacio de Bellas Artes.

Y mi temprano arribo se tradujo en la sonrisa cansina del guardia y las desalentadoras palabras, "tendrá que esperar , la sala se abre sólo 10 minutos antes del evento".

De nuevo planta baja, la cafetería del Palacio me guiñó complacida y frente a una taza de capuccino observé, tras las altas ventanas, al sol ponerse lento, en matices púpuras, rojizos, y ese gris que lucha por nombrarse azul.

Sol de primavera que se ocultaba festivo bajo el lavanda de las jacarandas que bullían entre el verdor de la Alameda. Y en el fondo, la ópera... y gratis.

Címbalos, colores, ventanales y la seguridad de que en unos minutos se escuchará la voz grave, rasposa y angustiante, de Gonzálo Rojas susurrando "quedeshim, quedeshoth". La velada se anunciaba extraordinaria.



Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda
salvación,
se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure
en mis pulmones
una semana más, los días van tan rápidos
al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar
seguro
y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.

Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera
nadie allá, voy corriendo a la materna hondura
donde termina el hueso, me voy a mi semilla,
porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas
y en el pobre gusano que soy, con mis semanas
y los meses gozosos que espero todavía.

Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse
de haber entrado en este juego delirante,
pero el espejo cruel te lo descifra un día
y palideces y haces como que no lo crees,
como que no lo escuchas, m hermano, y es tu propio sollozo
allá en el fondo.

Si eres mujer te pones la máscara más bella
para engañarte, si eres varón pones más duro
el esqueleto, pero por dentro es otra cosa,
y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:
así es que lo mejor es ver claro el peligro.

Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Ardamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora


Gonzalo Rojas

jueves, 22 de marzo de 2007

La ciudad y el deseo




Regresa y tómame

Regresa a menudo y tómame,
sensación bien amada.
Regresa y tómame
cuando la memoria se despierte,
cuando un antiguo deseo pase por la sangre,
cuando los labios y la piel recuerden
y las manos crean tocar de nuevo...

Regresa a menudo y tómame de noche
a la hora en que los labios y la piel recuerdan.

Constantin Cavafis

miércoles, 21 de marzo de 2007

ordenar y confundir y comer y digerir

Al despertar todo continuó en su sitio. La maldad, la bondad, el miedo, el hambre, nada se agotó en el anaquel reluciente cuidado con esmero.

Al despertar, mi condición de viajero extraviado fue más evidente, cierto. Todo viaje iniciático florece en capullos carnívoros, ávidos y hermosos.

Pero el regreso es forzoso. Entonces viene esa permanente sensación de que al final de todas las cosas nada es suficiente. Sólo somos seres humanos y nuestros deseos deben pasar forzosamente por las limitaciones, terribles y necesarias, de la carne reductible...


El hombre en su vida

El hombre en su vida no tiene tiempo de tener tiempo de tener
tiempo para todo.
y no tiene el tiempo de tener el tiempo
para todo afán. el eclesiastés no tuvo la razón
cuando dijo aquello.

un hombre tiene que odiar y amar a la vez:
con los mismos ojos llorar y con los mismos reírse,
con las mismas manos arrojar piedras
y con las mismas recogerlas,
hacer el amor en la guerra y la guerra en el amor.

y aborrecer y perdonar y recordar y olvidar
y ordenar y confundir y comer y digerir
lo que una larga historia
hace en muchísimos años.

el hombre en su vida no tiene tiempo.
cuando pierde, busca,
cuando encuentra, olvida,
cuando olvida, ama,
y cuando ama comienza a olvidar.

y su alma es instruida,
y su alma es muy profesional,
sólo su cuerpo permanece siempre diletante:
intenta y se equivoca
no aprende y se confunde
ebrio y ciego en sus placeres y pesares.

muerte de higos él morirá en el otoño,
arrugado y lleno de sí y dulce,
las hojas secándose sobre la tierra,
y las ramas desnudas señalando
hacia un lugar donde hay tiempo para todo.


Yehuda Amijái

domingo, 18 de marzo de 2007

para los que quieren mover el mundo con su corazón solitario


Sábado en la tarde con un sol inclemente, que bañaba a los ríos de coches que fluían alejándose de la ciudad. Después llegaría Xochimilco, la Reina de Corazones y su vaivén de caimán aletargado, la fiesta y la gente. Todos ávidos de tiernas compañías, todos midiéndose las miradas, cavilando y sopesando cautos la estrategia necesaria para abandonarse en otro, para dejar vacío el vaso oscuro y melancólico.
La noche, las velas, el agua oscura, el ansia contenida. El sol claudicó a hora temprana, no así los noctábulos urbanos y los grifos proféticos devorados por la urbe cuajada de lucecitas.


Para los que llegan a las fiestas
ávidos de tiernas compañías,
y encuentran parejas impenetrables
y hermosas muchachas solas que dan miedo
—pues uno no sabe bailar, y es triste—;
los que se arrinconan con un vaso
de aguardiente oscuro y melancólico,
y odian hasta el fondo su miseria,
la envidia que sienten, los deseos;

para los que saben con amargura
que de la mujer que quieren les queda
nada más que un clavo fijo en la espalda
y algo tenue y acre, como el aroma
que guarda el revés de un guante olvidado;

para los que fueron invitados
una vez; aquéllos que se pusieron
el menos gastado de sus dos trajes
y fueron puntuales; y en una puerta
ya mucho después de entrados todos
supieron que no se cumpliría
la cita, y volvieron despreciándose;

para los que miran desde afuera,
de noche, las casas iluminadas,
y a veces quisieran estar adentro:
compartir con alguien mesa y cobijas
vivir con hijos dichosos;
y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido;

para los que quieren mover el mundo
con su corazón solitario,
los que por las calles se fatigan
caminando, claros de pensamientos;
para los que pisan sus fracasos y siguen;
para los que sufren a conciencia,
porque no serán consolados
los que no tendrán, los que no pueden escucharme;
para los que están armados, escribo.

Rubén Bonifaz Nuño