lunes, 30 de abril de 2007

To be, or not to be naked: that is the question




Es oficial, Spencer Tunick realizará su instalación en el Zócalo de la Ciudad de México. Se habla ya de 7 mil inscritos -lo cual no es garantía de gran convocatoria, conozco una chica que se registró hace un mes, pero que decidió que el desnudo al aire libre no es lo suyo-, e incluso hay quien asegura que se batirá el récord madrileño. En el departamento de Arte de la Ibero la pregunta no puede evitarse: ¿Ya te inscribiste para la instalación de Tunick?


Las respuestas son diversas y yo, debo aceptarlo, sigo navegando con la bandera de indecisa. Eso sí, haré acto de presencia, aunque sea escudándome en mi carnet de periodista.




Hace unos días el neoyorkino estuvo en el DF para hablar sobre su obra artística. En esta ocasión Spencer Tunick sólo logró convocar a 200 personas, y todas con la ropa puesta. Y es que el propósito de esta reunión no fue el de tomar fotografías de desnudos masivos, sino charlar con estudiantes, artistas, promotores de arte y modelos en potencia.
En el marco de las actividades de la feria “México Arte Contemporáneo”, el fotógrafo neoyorkino, previo a la instalación que realizará el 6 de mayo en la Ciudad de México, habló sobre su trabajo artístico en el Centro de Diseño, Cine y Televisión.
Tunick recordó el inicio de su trayectoria como artista, cuando entre 1993 y 1994 les pedía a sus amigos, a vagabundos y dependientas de tiendas de abarrotes, que participaran en sus instalaciones. Porque el artista tiene claro que su obra no es un trabajo fotográfico, sino el instante en el que logra conjuntar el espacio con los cuerpos desnudos.
“Nunca estuve muy cómodo con la fotografía, en aquellos años me interesaba más lo que hacía la gente del Soho con sus instalaciones. Para mí la cámara es una herramienta, yo cargo dos cámaras y no sé mucho de ellas, lo que me interesa es el ambiente que se crea y la fotografía sirve para documentar ese hecho”, dijo ante un auditorio mayoritariamente joven.
Mostrando imágenes de sus distintos trabajos, el norteamericano recordó que en su primera instalación con personas desnudas, realizada en 1994 en Nueva York, sólo participaron 25 personas. Durante cuatro años trabajó en ambientes neoyorkinos creando 16 imágenes en blanco y negro, hasta que en 1998 decidió cambiar a la fotografía a color para lograr una mayor vitalidad en el registro de su obra.
Una voz surgió del público para preguntarle si no fue arrestado por ese trabajo. Sonriente, Tunick contestó: “me han arrestado cinco veces, así que cuando inicié mis proyectos todo tenía que ser muy rápido, sólo tenía 10 minutos para que todos se sacaran la ropa, se ubicaran en la posición que yo deseaba y tomar las fotos”.
Al analizar esos primeros años, el artista no dudó en afirmar que las instalaciones que realiza en la actualidad son mejores gracias al apoyo de instituciones y museos.
“Ahora trabajo con miles de personas, eso requiere mucha organización”, dijo mientras aparecía en la pantalla la imagen de las tres mil personas que reunió en Chile.

“Yo no soy fotógrafo”
Tunick fue reiterativo al hablar de su obra, y manifestó que los medios están equivocados al catalogar su trabajo como fotográfico, pues considera a la obra de arte como el instante en que cientos o miles de personas se funden con el entorno que las rodea.
“Los cuerpos son (en la obra) un objeto y elemento abstracto, para mí la instalación es un cruce entre la abstracción y el diorama. Yo no soy fotógrafo, realizo instalaciones y las documento a través del video y la fotografía. Es así de simple, no es un retrato de una masa de gente.
“A las personas que acuden no les importa si soy fotógrafo, pintor o escultor, solamente se comprometen con el arte”, dijo sonriente.

El cuerpo al desnudo
Al hacer un recuento de su experiencia en otros países, el norteamericano consideró que ha tenido mayor libertad en el extranjero.
“En Estados Unidos piensan que son más libres que en México, pero yo no podría hacer una instalación en Texas, en Mississippi, incluso en Washington. La gente en esos lugares ve al cuerpo desnudo como algo violento, agresivo, y eso no me pasa en otros países. En América Latina es cuerpo es visto con naturalidad, como algo puro. Yo no veo al cuerpo como algo malo, es algo puro, orgánico, como una flor, como un árbol”, dijo.
Y agregó que el arte debe hacer partícipe a la gente y no sólo circunscribirse al museo, a las galerías y no ser una actividad exclusiva para las élites.
Se le preguntó si en algún momento ha considerado la posibilidad de desnudarse y participar en la instalación. Tunick rió con fuerza y señaló que no tenía problema alguno en desnudarse, pero que es él quien debe trabajar para crear la obra.
Finalmente, preguntó a los asistentes “¿Quién me acompañará el próximo 6 de mayo?”. 25 manos se alzaron con presteza, mientras algunos de los futuros modelos trataban de convencer a sus compañeros de silla de formar parte de las miles de personas que se han despojado de su ropa para aparecer en las fotografías que hoy se cotizan entre los cuatro y los siete mil dólares.
Tunick comentó “es un buen número para un grupo de 200 personas”, y agregó: “don't worry, everybody find their clothes”, lo que desató las risas entre los jóvenes quienes se acercaron para conseguir la foto del recuerdo al lado del artista, eso sí, todos con la ropa bien puesta.