lunes, 9 de julio de 2018

'Hablo y en la palabra permaneces'

Alí Chumacero luce vital e imbatible. Ante su mirada avezada, robusta tras los gruesos cristales de sus lentes, desfilaron la prosa y la poesía de los mayores escritores mexicanos del siglo 20.
Fue amigo de Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen y Octavio Paz, quien lo definió como “el mago perfecto de las letras mexicanas”. Contemporáneo de Efraín Huerta, Juan José Arreola y Juan Rulfo, el nayarita fue testigo de uno de los periodos dorados, y difícilmente repetibles, de las letras mexicanas.
Alí se mantiene incólume y combativo. Su mente ágil navega en los recuerdos, en la nostalgia, pero no se pierde en las vastas aguas de la memoria, regresa para encarar el futuro, dar consejos, alentar a los jóvenes y seguir dedicándose al oficio que ha ejercido durante más de medio siglo: hacer libros.
Su rostro muestra los signos del tiempo, los 88 años que lleva encima, pero con lucidez extrema habla de literatura, de su libro Palabras en reposo editado por el Fondo de Cultura Económica y que este 2006 celebra el 50 aniversario de su publicación, así como de su obra poética que cabe en unas cuantas páginas, 150 para ser exactos, y que lo tiene insatisfecho.
Sin embargo, el nayarita se ha dedicado exclusivamente a la literatura. Aunque hace varios años dejó de escribir poesía, continúa trabajando entre la tinta y el papel.
Es gracias a Octavio Paz que Alí irradia ese brillo hechicero, pues fue el Nobel mexicano quien lo describió como “explorador de las noches de México y los confines de la madrugada; bebedor heroico; implacable corrector de pruebas; tipógrafo que hace de la página un jardín de letras; crítico lúcido; interlocutor irónico y tolerante; maestro de sus amigos.” Ese es el tamaño literario del hombre que visita Saltillo.

-¿Por qué decidió dedicarse al arte, la literatura, la poesía?
“La gente debe saber que el arte puede salvar su miseria espiritual, su pobreza económica. La soledad, la tristeza, el abandono, se pueden atacar con el arte.
“La poesía te escarba en el espíritu y la mente, te da a conocer la profundidad de un sentimiento, te otorga un gusto por el mundo. Pero es mentira pensar que el arte se puede hacer del aire, es un reflejo de la vida mostrado por el artista, quien debe ser una especie de mago, de prestidigitador.
“El tiempo es un río caudaloso y el arte es un depósito que recoge un poco de ese río y lo deja fijo, como una estatua... el arte detiene el tiempo en forma radical.”


-Ahora que toca el tema del arte, alguna vez mencionó que primero quiso ser pintor, antes de que se le atravesaran los libros…
“Cuando era niño leí Pinocho, del italiano Carlo Collodi, así como las aventuras de Buffalo Bill, que me impresionaron bastante. También leí a los autores rusos y franceses, pero eso fue más tarde. Hubo un tiempo en que interesó mucho la pintura, pero nunca tuve un maestro, así que mejor desistí. Era más fácil con los libros, uno los podía conseguir en las librerías de viejo.”


-¿Y cómo llegó la poesía, en qué momento decidió escribir?
“Mi primer poema lo escribí en 1935, a los 17 años, bajo la influencia de Amado Nervo, era un texto sencillo y no muy bueno. Porque la complicación de la poesía mexicana comienza con López Velarde en 1920, luego llegó Pellicer, quien inició la poesía contemporánea. Después llegaron Villaurrutia y Cuesta que formaron el grupo Los Contemporáneos. La poesía francesa fue detonadora de buena parte de la literatura mexicana.
“Aunque la poesía no lleva a ninguna parte, es como una vela, se quema en sí misma.”

-¿Cómo concibe el oficio del escritor, en qué medida se debe a la inspiración y el talento o, por el otro lado, a la paciencia, la terquedad, la insistencia?
“El poeta nace, el talento lo da Dios, pero la única forma de desarrollar el talento es leer libros... Y es que vale más un tonto que haya leído libros, que un inteligentísimo que no lo haya hecho.”

-Además de la poesía, su nombre es un referente cuando se habla de la edición de libros, usted estuvo atrás de la obra de Juan Rulfo, Octavio Paz, Juan José Arreola, Carlos Fuentes…
“En 1950 entré a trabajar al Fondo de Cultura Económica, yo soy un corrector de pruebas, de estilo. No soy un burgués, soy un obrero que ha vivido de los libros.
“He escrito muy poco porque lo que más me interesa es hacer libros, físicamente, y acercar a los jóvenes a la literatura y que no triunfen (ríe a carcajadas)... que el muchacho se convenza desde un principio que la literatura no sirve para nada.”

-Pero usted escribió un poema que para muchos es un referente de la poesía del siglo 20…
“Fue en 1938 que escribí un poema que ha tenido suerte, y que publiqué hasta 1940, Poema de Amorosa Raíz, que tiene imágenes que le gustan mucho a la gente. He escrito poco, pero no me arrepiento”.

-¿Cómo ve, a cincuenta años de su publicación, los textos que integran Palabras en reposo?
“No estoy satisfecho con muchos de esos poemas, aunque hay varios que reescribí durante varios meses. Soy un escritor meticuloso, por eso es que unos cuantos me parecen buenos poemas.
“Escribí un poema que sí me gusta y mucho que es Responso del Peregrino, no es aburrido del todo y lo escribí enamorado, no mucho, pero lo suficiente como para casarme con la mujer a quien se lo escribí. Y es que yo sigo la norma de Juan Rulfo: lo mejor del matrimonio es la viudez aunque yo sea el muerto (ríe).
“Ese fue un poema que terminé rápido, en tan sólo cuatro meses, lo publiqué en Novedades. Tengo claro que yo no escribo para las mayorías, de hecho tengo muy pocos lectores, sino para personas afines que me lean y comprendan.
“Lo que escribo tiene que ver con la Biblia, con la cultura griega, con referencias que en ocasiones el lector común ni siquiera sospecha.”

-Pero es que usted ha tenido una vida de lecturas, de letras, todo eso influye en su escritura…
“Para llegar a la edad que tengo se necesita una vida desordenada, que también es la forma como hay que leer. Nunca tuve la entereza para leer un solo libro, siempre leo tres o cuatro al mismo tiempo.
“Yo elegí un oficio cuando tenía 12 años de edad. A eso me he dedicado y lo voy a llevar hasta el final.” 

*Esta entrevista forma parte del libro La Casa Abierta, Conversaciones con 25 Poetas (Secretaría de Cultura de Coahuila, 2016)