viernes, 13 de abril de 2007

Loros, escritores y retruécanos visuales



“El arte reside en la metamorfosis, no en la imitación”.

Ernst Jünger


La fotografía emblemática en blanco y negro, de libro de texto, que caracteriza al escritor Ramón Maria del Valle Inclán, es el detonante para el retrato de Valle-Inclán de Alberto Gironella.
El espectador observa los anteojos redondos de montura negra, la longa barba blanca que le da al escritor la apariencia serena del viejo sabio, el rostro anguloso y largo, la frente alta, enorme.
Hasta ahí, Gironella retrata la foto del escritor español, autor de la novela Tirano Banderas, una de las favoritas del pintor mexicano, con trazos gruesos y rápidos que no buscan ser minuciosos.
Pero gracias a la inventiva del pintor y a los elementos que éste agrega en la obra, Valle Inclán muta en un personaje ficticio, como si se volviera protagonista de sus propias historias de dictadores y oprimidos.
A la espalda del español se ve a un loro –tal vez alusión al relato Un corazón sencillo de Flaubert, en donde esta ave es el leitmotiv no sólo del cuento, también de la vida del novelista francés-, y al otro lado (también en la parte superior del cuadro) se aprecia una bandera de España que, al modo de los afiches, es pegada a la “pared” con cinta adhesiva.
Otros elementos que aparecen en el óleo son: un emblema dorado que forma, a través de líneas sinuosas y retorcidas, la letra “R”; unos pequeños artefactos anónimos –que se intuyen metálicos por su color blancuzco plateado- que cuelgan como llaves en la parte derecha; y justo bajo la “R” penden, como guantes lánguidos, un par de manos clavadas en las muñecas.
Y en la parte inferior del lienzo aparecen dos latas de aceite de oliva, un empaque en cuyo frente aparece la figura del torero –tan querida y usada por el artista-, y una lata de sardinas en la que se lee la firma de Gironella, quien, por medio de esta diversidad de elementos, deja claro el origen español de Valle Inclán.
En cuanto al color, Gironella es parco. Sobre fondo negro resalta el collage de impresiones recolectadas por el mexicano –en tonos ocres, amarillos y rojizos- y por supuesto al tema principal: el rostro de Valle Inclan.
Valle-Inclán muestra esta vena Pop del Surrealismo practicado por Gironella, pero un surrealismo al estilo de André Bretón, cargado de alusiones poéticas y literarias, de guiños al espectador, de retruécanos visuales.
Nada en el pintor mexicano es casualidad; tampoco que, en Barcelona, el Círculo de Lectores editara en 1998 Tirano Banderas. Novela de tierra caliente, con ilustraciones de Alberto Gironella.