lunes, 25 de junio de 2018

CICATRICES

Nací un miércoles de ceniza. 
Mi madre tenía una cruz marcada en la frente
cuando mi padre la llevó al hospital.
Aún es pronto, dijeron las enfermeras
y mi madre se fue a caminar sus contracciones.
Mi padre le contaba viejas películas
y chistes
muchos, porque mi madre ama reír.



Hacía calor ese febrero
y mis padres eran jóvenes y bellos.
Se habían casado a escondidas
pero eso fue en primavera y ahora moría el invierno.
La promesa del nacimiento y el renacimiento
El miércoles de ceniza es buen momento para creer.



Anochecía cuando mi padre convenció a las enfermeras.
Mi madre no podía dar un paso más con sus pies hinchados de placenta
de cansancio, de hija en camino.
Él dice que fue gracias a las joyas que llevó a la enfermería
yo creo que fue por sus ojos grandes y sus rizos
que le daban aire de rockstar desamparado.



Mi madre recuerda que le pusieron una bata azul
que quería marcharse en cuanto la acostaron en una cama
que pidió su ropa de vuelta
porque no era tiempo de tener una niña.
No para ella, tan joven, tan hermosa
con su cruz en la frente.
Mi padre no olvida los gritos que cruzaron la sala de de espera
pero no había nadie, sólo él.
Eran las once y treinta y tenía una hija
la primera
y una buena historia que contar.
Todavía era miércoles
y la ceniza seguía ahí: una cicatriz en su frente.





INVENTARIO DE SUEÑOS


Siempre tuve una lista de sueños por cumplir
La idea no fue mía, sino de las monjas
Que en las clases de catecismo decían
Dios te ama, pecadora y todo
Mientras repartían decenarios de plástico
Amuleto contra los malos pensamientos.

Pero en la noche me olvidaba de los sueños
Quería ser otra persona
Con otra lista
En la que no era importante sacar diez
Ni el cuadro de honor
Sino salir con los niños de la cuadra
A romper los vidrios de las casas vacías
A robar la fruta de Doña Simona
A saltar por los techos, con ganas
De romperme una pierna y no volver a ese colegio
Donde te pedían estar siempre alegre
Y no llorar
Porque Dios te ama
Pecadora y todo.

A fuerza de guardar fantasías
Me volví resistente a los rezos
Ciega a las señales
(Divinas o no)
Y conocí todas las formas del llanto
Los retruécanos del odio
Los mecanismos del rencor.
A cambio
Besé a los chicos guapos de la cuadra
Leí libros espléndidos
Escribí malos versos
Desperté en camas vacías
Loca de amor.

Siempre tuve otra lista de sueños por cumplir
Ahora que resplandece
Roja entre las llamas
Acudo a su encuentro.


Sylvia Georgina Estrada