viernes, 11 de mayo de 2007

Agua tierna, luminosa



No se muere de amor, se vive de amor. Y es en la mirada luminosa del ser que conocemos desde el primer instante de su existencia, que el alma se nos tensa en murmullos de agua tierna, dulcísima. Los astros bajan presurosos en la noche donde se leen cuentos, en el abrazo que consuela, en los gritos festivos que sacuden la tarde aletargada.

Tal vez ahí reside el paraíso, en el embate tierno de agua y sal que anuncia la llegada a un territorio nuevo, ahíto de promesas. Se dan los primeros pasos desconcertados, la mirada defectuosa se maravilla y olvida, olvida... porque hay prisa por beberse todo el manantial, por aspirar el aroma primigenio, por reclamar el territorio como propio a sabiendas de que el presente no existe, sólo la sucesión de brevísimos instantes... ese vivir de amor dulce y doloroso, a manos de aquella tierra descubierta, conquistada y perdida por decisión propia.

14 de abril, 10 de mayo, todas las fechas conducen al mismo nombre, a la gratitud de poseer un amor inexpugnable y un espacio enorme para las bellas aventuras.