La primera vez que
Juan Gelman escuchó a la poesía fue en voz de su hermano. Los
versos de Pushkin, el gran escritor ruso, intrigaron de inmediato al
niño de 5 años que nació en Argentina, el primero de una familia
que emigró de Ucrania. Años más tarde, decidió escribir sus
propios poemas y “la cosa siguió”.
En los ojos
luminosos del escritor se puede intuir un pasado plagado de letras.
Atrás de su obra también están el dolor de la pérdida, el amor
aterido, la soledad que acecha ingente. Sí, como el argentino
sostiene en sus versos “no hay remedios, / no hay farmacias
del alma”, pero en ocasiones los versos son esa suerte de bálsamo
que ayuda a encarar el mundo.
Hoy, a los 81 años
y con reconocimientos como el Premio Cervantes y el Premio Reina
Sofía, el autor de “Gotán” se declara insatisfecho, quizá la
razón por la que sigue escribiendo poemas.
Juan Gelman, un
“mexargen” orgulloso, comparte anécdotas, reflexiones, y también
algunas bromas, sobre su quehacer literario.
-Aunque también
se le conoce por su trabajo periodístico, sin duda es su obra
poética la que más seduce a los lectores, ¿cuándo inició su
vocación como poeta?
“Yo soy
de una familia de origen ucraniano que emigró a la Argentina, y soy
el único argentino en la familia. Mi hermano mayor me recitaba a
Pushkin en ruso, yo tenía 5 ó 6 años y eso me introducía a un
mundo diferente a todos los que vivía en general, en la calle, en la
escuela, en la casa. Y yo acosaba a mi hermano para que me siguiera
recitando los poemas de Pushkin, eso para mí era un transporte a
otro lugar. Creo que eso me marcó y, desde luego, la lectura. Esto
lo pensé o lo supe muchos años después. Claro hay un momento de la
adolescencia en el que todos escribimos poemas, porque si no, no
seríamos adolescentes (ríe). Pero la cosa siguió, tenía un
compañero de la escuela que era como un hermano para mí, que
también escribía, entonces empezamos a intercambiar poemas, a
leernos, y la cosa siguió, siguió creciendo... Como hasta
ahora”.
-Para muchos lectores
sus poemas son como un bálsamo para el corazón, pero ese no siempre
es el caso del escritor que les da vida...
“En
mi caso, porque no se puede generalizar, me mueve la necesidad de
escribir. Ayer me preguntaba un poeta francés si yo me levantaba en
las mañanas y escribía. Pues no, yo creo que lo hizo irónicamente,
porque es un gran poeta y sabe que no es así, que uno no escribe
cuando quiere, que uno escribe cuando quiere la señora poesía.
Cuando se escribe salen cosas que uno mismo no se da cuenta que las
escribe, es decir, no hay una predeterminación como puede ocurrir
con otros géneros literarios. A veces con la novela, me cuentan
novelistas, que de pronto se les escapan los personajes y se
convierten en otra cosa distinta a lo que pensaban, o en el teatro
ocurre también, pero en poesía eso ocurre de un modo absoluto”.
-Y
de igual forma pasa con las palabras, en sus poemas encontramos
palabras nuevas o que se transforman...
“Lo
que ocurre es que el lenguaje tiene límites, a pesar de que se viene
creando hace muchos siglos. Todavía no alcanzamos a nombrar, no
definir siquiera, a nombrar muchas cosas. Allá está cayendo una
cascada de agua que hace un ruido muy particular, no es el mismo
ruido de la lluvia, entonces cómo se nombra eso. Los neologismos y
todo aquello también han surgido por necesidad, no es un juego, es
para tratar de buscar la mayor precisión posible para nombrar
algo”.
-Tal vez sea como
escribió Octavio Paz, que la poesía revoluciona el lenguaje...
“En
todo caso no es voluntario. Yo creo que la poesía es lenguaje
calcinado, pienso eso. Es decir, es el extracto de la lengua”.
-¿Cómo se recorre una vida a través de los poemas o, al momento de
juntarlos todos, cómo ve su vida a través de lo que ha
escrito?
“Los leo y digo
podría haber escrito mejor. La insatisfacción es permanente,
entonces de eso no hablo porque hay quien me dice que mis poemas le
gustan mucho, y yo me siento no realizado todavía en la poesía. Tal
vez por eso sigo escribiendo, para ver si agarro a la señora por la
cola y se quede conmigo un rato. Siempre hay una insatisfacción con
lo escrito”.
-¿Habrá algunas
cuestiones que lo interesaron en alguna época, algunas
preocupaciones? Ya sabe que a los lectores nos gusta traducir al
poeta...
“Lo que tiene de
bueno el lector de poesía es que hace su propia lectura, en ese
sentido vuelve a escribir el libro”.
-¿Y
la poesía amorosa es una constante?
“Poemas
amorosos he escrito a lo largo de toda mi vida por una razón, yo
tenía que seleccionar unos poemas de amor, que de hecho voy a leer
esta noche (ayer), y la directora del espectáculo se rió, y le
pregunto por qué te ríes, y me dice, ‘porque vas a tener mucho
trabajo’. Y sí, tuve muchísimo trabajo. Yo creí que era un poeta
revolucionario y resulta que no, que soy un poeta del amor
(ríe)”.
-También están los
Poemas de ‘Sidney West’ que tienen un tono muy distinto...
“Sí,
por supuesto. Mi hijo me dijo que era un libro cómico y me parece
que sí. Yo creo que es muy difícil la comicidad en arte porque creo
que es la forma más extrema de la tragedia, la comicidad, no la
diversión. Ese libro lo escribí porque, yo no sé, a mí me ocurre
que cada que se me acerca un decenio de edad la idea de la muerte se
hace muy presente. Y yo estaba por cumplir 40 y bueno, fue una forma
de sacar adelante esa obsesión”.
-Los
poemas son para escucharse, ahí está Neruda con sus poemas
musicales y varios lectores pensamos lo mismo de su obra, que tiene
un ritmo inconfundible...
“El
ritmo es esencial en cualquier arte. En la música ni hablar, pero en
la poesía también, en la pintura. Es la ley de la economía en el
arte y claro que uno cuando escribe no es que trate, lo que pasa es
que debe haber una música y la música del poema tiene un
significado en sí que está íntimamente relacionado con el
significado de las palabras, porque no se escribe sobre el furor con
la misma música de la palabra que sobre el amor, a menos que sea un
amor desgraciado, entonces uno se enoje un poco (sonríe).
"No son
cosas mutarias, uno no puede decir ‘ahora voy a escribir un poema
terrible porque esta mujer no se qué’, no. Y el tema de la música,
bueno, es una cuestión de oído, que uno no se da cuenta cuando
escribe, pero es así”.
-Cómo
describiría el lugar que ocupan Argentina y México en su
corazón?
“El problema lo
tengo cuando juegan Argentina y México (ríe), pero yo no estuve
exiliado en México, mi decisión de vivir en México fue voluntaria.
A los exiliados que vivieron muchos años en México, y que por
cierto le tienen muchísimo cariño a la gente, las cosas, los llaman
argenmex, pero yo soy un mexargen, al revés. Yo acá me voy a
quedar, no creo que me toque tocar el violín en otro bar”.
-
Tal vez deberíamos buscar la poesía con más entusiasmo, sobre todo
en tiempos aciagos como los que vivimos ahora...
“Los
tiempos nunca le han impedido a la poesía existir. Tiene 50 siglos
de existencia conocida y en esos 50 siglos ha pasado de todo,
guerras, pestes, inundaciones, en fin, desastres naturales y otros
provocados por el hombre y, sin embargo, la poesía sigue ahí
existiendo. Como dijo Gular, un gran poeta brasilñeo, ‘la poesía
es más que la vida’”.
-¿Y
cómo serán los poemas del mañana?, se lo menciono por el título
de su antología ‘En el Hoy y Mañana y Ayer’ (UNAM,
2000)...
“Yo creo que la
poesía va a seguir en lo mismo, en lo de siempre. Hay temas eternos,
lo que pasa es que con la época se abordan de otra manera, el
desarrollo de la lengua también, pero el tema del amor, la muerte y
todo lo demás viene del fondo de los siglos. El gran poeta japonés
Basho, que le dio la forma definitiva al haikú en el siglo 16, decía
que no hay que imitar a los antiguos, hay que buscar lo que ellos
buscaron, y qué buscaron, la poesía”.
-¿Qué
sigue en su obra literaria, comenta que sigue escribiendo poesía?
“Acabo de
publicar un libro y podría decir que estoy en una depresión
postparto. Además, repito, uno no escribe cuando quiere. Me puedo
pasar meses sin escribir, en una ocasión me pasé cuatro años sin
escribir y es inútil forzar eso, no se puede. Se escribe cuando hace
falta, cuando a uno realmente le hace falta”.
*Texto publicado en Zócalo Saltillo el 10 de septiembre de 2011.