miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cenit


Y qué cosa esa esto 
que se ausenta pero vuelve
como el humo del alba
y se me sube al cuerpo y no lo tengo nunca
y que nunca entiendo,
que me llora y me blasfema y me perfuma
y me apura y me complace,
qué cosa es esto que adquiere raíces y corteza,
    fronda,
y  lo levanta el viento y es amargo y murmura
como el tambor de ritmos animales
y  médula
y sal
y me tiembla en los ojos y las manos y los días
y  fosforece venas y montañas
y se templa y se quiere como barro
y es como altivez y como ternura y como placer y es
congoja
y rabia
y nostalgia
y manía,
y qué cosa,
diablos,
qué cosa que aroma la fiesta o la desdicha,
que se asoma a los minutos y da vuelta como un ala
y se entierra y carcajea
y aplaude y me mira susurrante,
tan amorosamente tan cerca qué cosa,
atragantada por el sol austero y el mar vehemente,
por la nieve
sigilosa,
que brazo que aletea
y se embriaga y entra a veces en el cielo.
Y qué cosa pregunto es esto,
qué cosa,
donde  germina la palabra y ronda la semilla
y se entromete el alma a puñetazos casi sola
y araña la risa
y es certeza de sí misma y agua de maderas
y furia numeral de esperma y llovizna toda
y linfa de eternidades y vuelo de saurio,
qué cosa marabunta de milenios,
de navíos embrujados y gaviotas,
qué cosa ritual de abrazos a los hijos y dolor de
    hermanos
y sueño de la infancia
y última mirada de los moribundos.
Qué cosa que le tiene miedo al viento cuando azota
al fuego y al frío
y gime y canta y escupe y se enamora
y se lava la cara al alba en estanques silenciosos
y duerme con los ojos limpios
y dispersa luciérnagas recién nacidas en la niebla,
qué cosa,
carajo,
sabedora
que me tiene y me detiene
y me aumenta y me persigue y me saquea
y me precisa y a menudo
me ama con un amor de carnes y de dientes y de
    labios
y a menudo con otro de silencio y de papeles y de
    estrellas,
y es como rumoroso amor de calles líquidas y
    templos vertebrales,
como el amor de un bosque antiquísimo de nieve
o como fuego dormido en la palma de las manos
amor sonrisa paridora, amor urdimbre de
    cansancios,
amor cueva de místicos, boca de extraviados, sal en
    el pelo,
amor noticia de epitafios, alcoba pasajera, grito del
    nacimiento, amor que se gesta y sube y
salva, amor,
la misma la otra redención,
el mismo el otro fervoroso aliento, amor
de sol y de tiempo y de mundo y de ti, amor,
cualquier piedra y un canto
y mi pulso diminuto y el color ligero de lo que no
    vuelve
y qué cosa es qué,
qué razón
decir amor,
qué pregunta
y es tan dulce y quieta y tan lasciva
y tan revuelta y marítima y astuta
y nada
no es acaso nada, amor,
ni vuelo ni vacío ni palabra
ni cuerpo ni deseo
ni magia ni demencia,
o es amor es todo es esa cosa
es algo todo algo ese siempre algo aquí algo
   ascendente
algo tuyo algo mío algo de nadie y algo de tantos
    todos
algo inefable y sudoroso y mío
algo ilimitado algo inútil y magnífico amor
algo por ti y a pesar de ti
algo que nos quema
y nos llama sin remedio.
Pero soy torpe, finalmente,
Y no sé
cómo nombrarlo.

Jorge Fernández Granados (Si en otro mundo todavía, 2012)