lunes, 9 de diciembre de 2013

El patio de la infancia


Recuerdo los viejos días
el patio de baldosas amarillas seguía vivo
tú tenías doce
trece
quince años.
Ahora es difícil recordarlo
la memoria tiene sus trucos.

Una vez
sola una
saltamos la verja del patio
nuestras miradas se encontraron
cómo nos asustamos
al ver la cara de la otra
roja, sudorosa por el esfuerzo.
Éramos felices
nosotras
un montón de chicas.

Me asombra que tanta risa tuviera espacio
que se multiplicaran los rostros
ahítos de esperanza
tantos como baldosas amarillas
tenía aquel patio.
Tú y yo
sentadas en una banca de cemento
ignorantes de que el tiempo corre rápido
de que la vida pasa por encima
sin fanfarrias ni avisos.
Muchas no lo recuerdan
no existe un calendario fiel
nadie puede medir el tiempo
en números y cruces rojas.

Miro las fotos que guarda mi madre
las que no necesitan flashdrives
sino tinta y mucha suerte
los rostros felices me hacen preguntas
y no dudo
celebré los requiebros del deseo
el éxtasis de los sentidos
la ternura
arriesgué todo a pesar de los pronósticos.
Runas de cobre
esas baldosas siguen
multiplicándose en el patio.