Para eso fuimos hechos
Para recordar y ser recordados
Para llorar y hacer llorar
Para enterrar a nuestros muertos
Por eso tenemos largos brazos para los adioses
Manos para coger lo que nos fue dado
Dedos para cavar la tierra.
Una tarde siempre para olvidar,
Una estrella apagándose en la oscuridad
Un camino entre dos sepulturas
Por eso necesitamos velar
Hablar bajo, pisar leve, ver
La noche dormir en silencio.
Una canción sobre una cuna
Un verso, quizá, de amor
Una oración para quien se va
Pero que no olvide esa hora
Y que por ella nuestros corazones
Se abandonen, graves y simples.
Vinicius de Moraes (traducción de José Javier Villarreal)