La verdad es que el tiempo aclaró
las cosas. A pesar de todo, no te culpo. Tampoco pienso en ti como la
mala de la historia. En realidad, ambos fuimos los bastardos, la mala
semilla, los hijos de la furia.
Es difícil conversar de esto contigo. Sobre todo porque aún te amo. ¿No es irónico?
A
veces salgo a recorrer la ciudad, solo, en mi auto, las ventanillas
bajas, el aire golpeando mi cara, la música de ese cd que escuchábamos
hasta el cansancio, el tráfico, el anochecer con su carga agobiante de
calor y el convencimiento de saberse débil, hormiga, mota de polvo,
entonces el único motivo para no tirarme de un puente es la loca,
absurda esperanza de algún día volverte a encontrar, en otras
condiciones, en otra ciudad, en otro mundo.
Llueve
hoy, mientras aporreo el teclado de la pc. Y me pregunto qué hago acá,
si mi posición -desde el comienzo de los tiempos- estaba a tu lado,
beneficiándome un poquito de tu resplandor, de tu fuego vital, de tu
forma de asumir los vaivenes del azar.
Duncan Sedano