viernes, 22 de noviembre de 2013

Un poema



¡Qué jóvenes llegamos aquí, a la isla despoblada, al fin
del mundo, cerca del sueño y lejos de la tierra!
cuando se alejó el último de nuestros amigos,
fuimos viniendo poco a poco, arrastrando la perpetua herida.


Miramos con los ojos vacíos; desbaratado el paso,
cada cual emprende en soledad el mismo camino;
y sentimos enfermo nuestro cuerpo, su peso como de otro,
y, ahogada en la distancia, de nuestra voz nos llega sólo un eco.


Pasa la vida, sirena más allá del horizonte,
pero la muerte, la muerte cotidiana, con su bilis
será cuanto la vida nos traiga, aunque sonría
el rayo del sol, y aunque las auras soplen. Y somos jóvenes,


muy jóvenes; y aquí una noche nos dejó, sobre una roca,
el barco que ahora se pierde en el corazón del infinito,
se pierde y nos preguntamos qué tenemos, qué tengo,
cuando nos consumimos todos, y así de jóvenes nos vamos, apenas unos niños.

Kostas Karyotakis  
(Traducción Juan Manuel Macías)