viernes, 24 de mayo de 2013

La rebelión del inconsciente


El escritor italiano Italo Calvino consideraba que el cuento fantástico es uno de los productos más característicos de la narrativa decimonónica y él, como creador de historias en donde lo maravilloso entreteje su red de forma sutil y silenciosa, dio vida a una antología de los relatos que sedujeron a los lectores del siglo 19 y que colocaron los cimientos de la literatura fantástica contemporánea.
     Antaño, hombres y mujeres vivían en villas solitarias sumidas en la oscuridad, la electricidad no existía y las travesías para llegar a las ciudades eran largas y peligrosas. No es de extrañar entonces que las historias que la anciana de la aldea contaba al calor del fuego tuvieran como protagonistas a entes que vivían entre las sombras, en la espesura de los árboles, acechando a los viajeros indefensos. Ogros, vampiros, duendes y brujas eran seres considerados reales en un tiempo en que los niños desaparecían engullidos por un bosque cargado de sonidos misteriosos, habitado por mujeres que utilizaban hierbas para realizar brebajes y pociones.
     Son estos seres que hoy parecen imposibles bajo la luz incandescente de las farolas y el bullicio de la televisión y el Internet, los que apasionaron a este escritor italiano, famoso por libros como El Barón Rampante, El Vizconde Demediado y Los Amores Difíciles.
     En la búsqueda de las creaciones literarias que tienen como fin causar asombro o rendir culto al ingenio y la magia, de textos que relatan sucesos increíbles en donde pululan bestias anormales, fantasmas, genios, espíritus y seres comunes inmersos en hechos extraordinarios, Calvino dejó sus Cuentos Fantásticos del XIX (Editorial Siruela), indispensables para los fanáticos de lo extraordinario.
     El escritor italiano dividió su antología en dos volúmenes, ordenados cronológicamente: Lo Fantástico Visionario y Lo Fantástico Cotidiano. En el primero, Calvino marca como figura central a E. T. A. Hoffmann y señala que el cuento fantástico nace a principios del siglo 19 con el romanticismo alemán, aunque ya existían antecedentes de la novela gótica inglesa que circuló en las postrimerías del 18, corriente que exploró ambientes sórdidos, crueles y macabros que fueron retomados más tarde por los escritores del Romanticismo.
     En el segundo volumen, el autor coloca cuentos más abstractos y mentales, donde el misterio y el miedo son componentes de la psique humana. Lo fantástico acecha en los salones de té, en las casas victorianas, en los muelles, en las construcciones, no en bosques umbríos o castillos medievales.
     A lo largo de 620 páginas (que tienen juntos los dos tomos, aunque existe una edición especial de un solo libro de pasta dura), el lector puede encontrar en el primer volumen a escritores como Gérard de Nerval, Nathaniel Hawthorne o Nikolái Vasílievich Gógol; mientras que en el segundo destacan Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant, Rudyard Kipling, Henry James y H. G. Wells.
     ¿Por qué en pleno siglo 21 hordas de lectores sucumben ante las obras creadas por J, K. Rowling o Stephanie Meyer? ¿Por qué surge una identificación inmediata con un niño mago o un vampiro adolescente? Tal vez la respuesta se encuentra en una frase dicha por Juan Marsé, Premio Cervantes 2008, quien declaró que la literatura ayuda a evadirse de un mundo que “a veces no te acaba de convencer y que te empuja a buscar un mundo alternativo”.
     El ser humano, que convirtió en deidades a las fuerzas de la naturaleza en la historia primigenia, se siente seducido por estas narraciones a las que cataloga como la rebelión de lo inconsciente, de lo reprimido, de lo olvidado, de lo alejado de nuestra atención racional.
      Vale la pena sumergirse en esta serie de cuentos recopilados por una de las grandes plumas de la literatura contemporánea, que muestran uno de los temas que ha seducido al hombre en todas las culturas y épocas: la fantasía exacerbada que mezcla el sueño, el ingenio y el horror.